A río revuelto, ganancia de pescadores. Esta clásica expresión tantas veces escuchada es desde hace semanas una rendija de abierta para los New York Knicks. La franquicia neoyorquina, la cual está viviendo un tranquilo verano tras una excelente campaña 2022-23, no solo tiene en mente hacer pequeños retoques a su plantilla con adquisiciones como la de Donte DiVincenzo, sino que está velando armas para lanzarse con todo si uno de los mejores jugadores de la NBA se pone a tiro. Sí, hablamos de Joel Embiid, quien recientemente ha declarado que quiere ganar, ya sea en uno u otro equipo.
Según informa el periodista Keith Pompey de Philadelphia Inquirer, ver al pívot camerunés jugando en la Gran Manzana es perfectamente posible. Aunque los de ‘la ciudad que nunca duerme’ no han hecho por ahora movimiento alguno en esta dirección –nos referimos a contactar con los 76ers–, sí que han estado preparándose a nivel de activos para lanzarse con todo si Embiid llegase a pedir el traspaso.
Aunque hasta hace nada parecía imposible que el center exigiese salir de Philadelphia, el presente invita a no ver tan claras las cosas. El equipo no estuvo mal en playoffs, pero volvió a caer en las semifinales de la Conferencia Este. Además, la otra estrella del equipo, James Harden, ha solicitado ser intercambiado a otro equipo, por lo que está muy por ver que los Sixers logren a cambio algo tan jugoso como para poder ser considerados aspirantes al anillo en la campaña 2023-24.
Lo cierto es que la situación de la organización de Pensilvania es más que complicada. El hecho de que Harden siga en el equipo y que incluso se haya hablado de convencerle para que dé marcha atrás en su decisión, puede responder perfectamente a que las ofertas recibidas no alcancen a lo que necesitan para tener contento a Embiid. Puede que algún equipo les ponga sobre la mesa varias elecciones de primera ronda del draft –está muy por ver–, pero es que eso olería completamente a reconstrucción e ‘invitación’ para que su jugador franquicia quisiese abandonar el barco.
Para cuando llegue ese hipotético día en que el Embiid esté disponible, los Knicks han optado por mantener todas sus primeras rondas y mantenerse agazapado –informa el citado periodista–, e incluso parece que el hecho de mantener en el roster a Evan Fournier podría responder a lo mismo. El francés no cuenta lo más mínimo para Tom Thibodeu, pero hablamos de un salario de 18,8 millones de dólares que podrían necesitar para acometer una operación de tal envergadura. Y otro punto a favor de este movimiento: Joel Embiid tiene casa en Nueva York.
Encajando con Brunson
Hasta la fecha el mercado de los Knicks se ha caracterizado por mantener el bloque que el curso pasado dio tan buen rendimiento y apuntalar algunas posiciones. Sin embargo, que aprieten el gatillo para conseguir al actual MVP de la NBA es más que probable. Dando por hecho que Jalen Brunson es intocable, verles mover a otras piezas como Julius Randle está lejos de ser descabellado. A este respecto, y cuestionado por las estrellas que podrían interesar a los de la Conferencia Este, Fred Kratz de The Athletic explica que Embiid podría encajar perfectamente con Brunson y que no sería sorprendente que los del Madison se moviesen en esta dirección.
¿El salto definitivo?
Los Knicks son un muy buen equipo, pero en estos momentos nadie les cuelga el cartel de contender. Así es. Se da por hecho que harán buena regular season y que darán guerra al que se ponga delante en playoffs, pero de igual modo los analistas coinciden en que hay equipos más talentosos que están por delante. ¿Cómo cambiar eso? Pues con una incorporación como Embiid.
El actual MVP de la NBA viene de una campaña 2022-23 en la que ha promediado 33,1 puntos, 10,2 rebotes y 4,2 asistencias. Sus números han sido simplemente bestiales y su impacto en los Knicks no sería menor. Además, si se hiciesen con él tendrían asegurada su presencia durante tres años, siendo el cuarto de ellos una opción de jugador. Es cierto que el paquete que tendrían que poner sobre la mesa para conseguirlo sería inmenso, pero cuesta encontrar argumentos para decir que no merecería la pena.
(Fotografía de Tim Nwachukwu/Getty Images)