El límite salarial de la NBA

A mediados de los años 80, en esa NBA que buscaba medidas para fortalecer la competición y hacer de ella algo atractivo y espectacular, la Liga llevó a cabo una serie de operaciones, como la inclusión de la lotería del Draft, con el propósito claro de aumentar la competitividad entre las franquicias y poner al espectador sobre la mesa un producto interesante.

Aunque ya estuvieran en pleno auge los Lakers de Magic Johnson y los Celtics de Larry Bird, con algunas inclusiones de los Rockets o de los 76ers en estas batallas ochenteras, la NBA distaba mucho de ser todo lo que representa en el siglo XXI. En ese contexto de cambios, impulsados por el nuevo comisionado, David Stern, surgió el concepto de límite salarial, que entró en vigor en la temporada 1984-85. Se fijó en 3,6 millones de dólares. Eso era lo máximo que las franquicias podían gastar en salarios, aunque siempre hay excepciones y matices que pasaremos a explicar más adelante.

Sin embargo, no era la primera vez que llegaba un límite salarial a la NBA. En su temporada inaugural, cuando ni todavía se llamaba NBA (BAA), la prehistórica liga colocó el techo de gastos en sueldos en 55.000 dólares. El salario medio de los jugadores era de entre 4.000 y 5.000 dólares anuales, aunque estrellas como John Fulks se fueron hasta los 8.000. El mejor pagado, no obstante, en esa 1946-47 fue Tom King, quien  se marchó hasta los 16.500 dólares, aunque en esa nómina aunaba su trabajo como jugador y otras obligaciones administrativas y de despacho para los Detroit Falcons.

La evolución del límite salarial

De esos 3,6 millones de 1984-85 a los 99,026 millones de la 2017-18, las más de tres décadas de límite salarial han arrojado un incremento lógico según ha evolucionado en 30 años el valor del dinero. Sin embargo, aunque la tendencia en general ha sido que cada año el salary cap fuera superior al anterior, ha habido notables excepciones, como en el curso 2009-10, cuando se detuvo en 57,7 millones de dólares, un millón menos que en la 2008-09 (58,7). No era la primera vez que el tope salarial registraba un bajón. Así, en la 2002-03 descendió hasta los 40,3 millones de dólares, cuando en la 2001-02 había llegado hasta los 42,5.

Además, entre la 2010-11 y la 2012-13, el tope salarial se congeló en 58 millones, con una ridícula subida de 679.000 dólares para la 2013-14 (58,67). Todo aquello acaeció antes de la era dorada del tope salarial, que en 2016 vio cómo pasaba de los 70 millones del curso 2015-16 a los 91,4 con vistas a la 2016-17. Una subida de 21 millones de dólares —un 30% de golpe—, lo nunca visto en la NBA y que provocó un salvaje mercado con más de 3.000 millones de dólares comprometidos durante el verano de 2016. La tendencia alcista continuó, aunque con menos explosión de lo esperado, en la 2017-18, donde el tope rodeaba ya la frontera de los 100 millones (99 millones de dólares).

En este enlace se pueden consultar los límites y las cifras clave de cada temporada entre 2014 y 2018.

¿Cómo se calcula el límite salarial?

Antes del 1 de julio de cada año, fecha que marca el inicio de las operaciones para esa temporada, la NBA debe fijar el tope salarial para la campaña que entra. El cálculo no se hace a la ligera, sino que está directamente relacionado con los ingresos que hayan tenido la liga y las franquicias, en la temporada anterior, y que muchas veces están directamente vinculados con la economía a niveles más generales. No es casualidad que la época de crisis mundial que vivió el planeta coincidiera con el descenso y posterior congelación de la masa salarial entre 2009 y 2014.

El cálculo del límite salarial viene dado por el BRI (Basketball Related Income), esto es, la mayoría de los ingresos que recibe la NBA y los propietarios de la NBA en el curso anterior (y de los que los jugadores son dueños de un porcentaje alto, batalla sobre la que se centró el cierre patronal de 2011). Además de ese Basketball Related Income, los beneficios proyectados para la siguiente temporada son la otra base sobre la que se asienta el límite salarial. Aquí, en estos beneficios que llegan, tiene un peso vital el concepto de derechos de televisión. El nuevo contrato de televisión que entró en vigor en la 2016-17 fue la razón principal del espectacular aumento del tope salarial en el verano de 2016.

Excepciones

Lo decíamos, cada límite en la NBA generalmente suele venir acompañado de su excepción correspondiente, de una serie de criterios que pueden permitir al equipo en cuestión saltarse esa limitación. Con el tope salarial sucede lo mismo.

El límite en salario de la NBA es menos rígido de lo que pueda parecer sobre el papel. De hecho, la liga de baloncesto es considerada soft cap, es decir, con un límite salarial suave, que permite saltárselo en ocasiones concretas. Otras competiciones por equipos del deporte profesional estadounidense son más severas. La NFL y la NHL son consideradas hard cap.

Así, en la NBA hay un buen número de excepciones para que las franquicias puedan añadir jugadores aunque estén por encima del tope salarial o se sitúen por encima del mismo una vez completada la operación. Todas ellas están explicadas en este glosario, pero citamos algunas de las más importantes:

Con estas herramientas, las franquicias tienen la posibilidad de añadir o renovar jugadores aunque se estén o se coloquen por encima del límite salarial. Cada excepción y cada franquicia tiene su contexto y sus reglas, eso sí.

Impuesto de lujo

Si para la 2017-18 el límite salarial era de 99 millones, el impuesto de lujo se situó en 119,266 millones. Superada esta barrera en nóminas, las franquicias deben pagar una penalización, un impuesto de lujo. Los Cleveland Cavaliers son los mejores exponentes contemporáneos de esta realidad. En el verano de 2017 añadieron a Derrick Rose por el mínimo salarial, pero ese poco más de 2 millones por un año supuso un gasto en las arcas de los de Ohio de más de 10 millones, incluido el impuesto de lujo y el extra de que Cleveland es tax repeater, es decir, vuelve a pagar el impuesto de lujo. Y eso se penaliza más.

Por tanto, como vemos, una franquicia que se vaya más allá de los 99 millones en salarios sí puede acometer operaciones, usando las excepciones señaladas y sin penalización siempre que no entren en territorio de impuesto de lujo. Ahí las cosas se complican, aunque todavía la NBA deja un margen más de 5 millones para los pagadores del impuesto de lujo donde pueden maniobrar. El Apron, en 124,226 millones para la 2017-18, es la última barrera salarial. Superado el Apron,  las franquicias no pueden afrontar operaciones con jugadores valiéndose de algunas herramientas que, en otras situaciones salariales, sí podrán emplear. Aumenta o decrece cada curso en relación a lo que suceda con el tope salarial y el impuesto de lujo.


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