Wembanyama: ¿sí o sí?.. ¡Sí o sí!

Si el año pasado el relleno del cachopo estuvo en la noche misma del Draft, donde había cierto margen a la sorpresa –y efectivamente hubo sorpresa, con Paolo Banchero arrebatándole el número 1 a Jabari Smith, el gran favorito– este año nos podemos acostar tranquilamente, esperar a la mañana siguiente y verlo en diferido, porque sorpresa en este Draft 2023 va a ser que no.

Al menos en lo que respecta al portador de la primera gorra y los 9.983.300 dólares aparejados a ella (en el primer año), respecto del millón menos (1.051.000 para ser exactos) que ingresará el número dos.

Y es que en este 2023, el momento álgido, el pico de emoción, nos lo ventilamos bastante antes. Fue el pasado 16 de mayo, noche de tómbola y reparto de picks: ser agraciado con la primera elección suponía, y supone, sin ningún género de duda, llevarse el premio gordo aunque en este caso luzca de lo más flaco: Victor Wenbanmyama.

El ‘first pick’ más cantado de la historia

Tirando de hemisferio derecho, el del ‘los recuerdos esenciales‘, cuesta recordar algo así desde LeBron James: un hype tan bestia capaz de reducir a la nada el espacio a la incertidumbre.

Es cierto que ha habido drafts en los quince últimos años en los que el primer elegido estuvo bastante cantado desde el inicio: Anthony Davis, Kyrie Irving, John Wall, Blake Griffin, Derrick Rose, Dwight Howard… pero ninguno de ellos al nivel de este 2023, donde al conocerse el reparto de picks, San Antonio Spurs y Wenbanyama celebraron al unísono sabiendo que su cruce de caminos estaba sellado.

Al rato de anunciarse, las redes se inundaban de historias avivando su vínculo con la franquicia, y con el propio Tony Parker subiendo una fotografía del man of the moment luciendo, siendo un crío, su camiseta de los Spurs. Horas después veían la luz los primeros análisis detallados de la plantilla que podía confeccionar Popovich en torno a él y unas treinta variantes de la misma.

La fiebre de la inmediatez fue tal que incluso un scouting anónimo tuiteó lo siguiente:

Obviando que Shaq fue cinco años posterior a Robinson, que Duncan fue más ‘4’ que ‘5’ y que en 2014 y en el puesto 41º salió de la nada un tal Nikola Jokic, entendemos el mensaje que trató de mandar este ojeador: en las contadas veces que el first pick ha estado en manos de los Spurs, estos han tenido ante sí la opción de fichar talentos absolutamente generacionales capaces de hacerte pasar de la oscuridad del pozo al brillo de las estrellas en cuatro pestañeos.

En definitiva, un show sin parangón que dejaba claro que el suspense para el próximo 22 de junio estaría reservado para el segundo pick y de ahí hacia abajo. El primero, aunque no aparezca en el BOE, tiene ya nombre y un complejo apellido.

¿Wemby > LeBron?

Fijaos si está cantado este número uno que Richard Jefferson, campeón de la NBA con LeBron James en el hachazo a los Warriors de 2016, el pasado mes octubre decía esto:

De compartir a pies juntillas la visión de Jefferson, y citando a Albert Rivera, aquí podríamos acabar nuestra exposición. Pero entonces no tendría sentido mi edit cutre de la película Draftday. Y como corresponde a todo analista que se precie, hay que ir en busca del fango incluso en aguas de apariencia clara.

En lo que queda de artículo, pues, vamos a hablar sobre ese 0′ (poned tantos ceros como queráis) 00001 por ciento que todo scouting y general manager que se tome en serio su trabajo debe tener en cuenta a la hora de decidir si Víctor –o cualquiera que aspire a ser el Nº1 del draft– es ‘el hombre’. La pieza que irremisiblemente andan buscando.

Porque aunque parezca tan de cajón –tanto como para que incluso Richard Jefferson se decante por Wemby por encima de Lebron de haber compartido draft– sólo hay que recordar que unos tales DeAndre Ayton y Marvin Bagley III fueron primero y segundo en detrimento de Luka Doncic; o que Greg Oden fue escogido antes que Kevin Durant; o que Hakeem Olajowon y Sam Bowie adelantaron a Michael Jordan en la misma noche de marras.

Estos tres (Ayton, Oden, Olajowon) comparten algo en común. Son hombres grandes, hombres interiores, escogidos por delante de jugadores no tan grandes o que dominaban desde el perímetro.

Las cosas han cambiado.

Ahora ya no se juega por dentro tanto como antes, y los propios pívots de hoy día se esfuerzan por ser diferenciales tanto por dentro como por fuera, impactar a toda la cancha y disponer de un gran bote y hasta de un consolidado tiro de tres. Ser un bigardo con trapecios de Hulk Hogan ya no es necesario, o tan necesario, porque la mayor parte de las posesiones no se juegan en la pintura y de espaldas al hierro, sino que el baloncesto se inclina hacia afuera, donde el tiro, el buen manejo de balón y la movilidad se han convertido en las virtudes más prominentes y que más te acercan al éxito.

Entonces, volviendo a ese 0,0001% –que al igual que Kevin Costner estamos en la obligación de evaluar para descartar–, toca ampliar el campo de visión hasta enfocar a los otros rivales por el número 1 del Draft y que tal como vienen pintados los mock serían sólo dos, ambos pugnando por ser ‘el primero post Wemby’: Brandom Miller y Scoot Henderson.

Y luego hay un tercero: el único y verdadero rival de Wembanyama por el número 1 del Draft: él mismo. Pero para analizar esto último como se merece, contaremos con un colaborador especial.

Miller & Henderson

Si Richard Jefferson se atreve a afirmar que LeBron perdería ante Víctor en un hipotético cruce de drafts, supongo que no hay nada de malo en insinuar que ni Scoot ni Brandom serían rival para ex números uno como Griffin, Davis o Ming, pero sí podrían pelearlo de tú a tú con Banchero, Irving, Cunningham, Edwards, Fultz o Ayton, por mencionar unos pocos y recientes.

Scoot Henderson: la comparativa rápida y sencilla: Ja Morant, Derrick Rose, Kendall Marshall… de estos tres sólo los dos primeros. Aunque ojito porque la coña no lo es tanto cuando le ves repartir juego igual de bien o mejor que al tercero, cuya habilidad para el pase fue lo que le aupó en su momento a fallido pick de lotería.

La explosividad y la madurez física y mental son los dos grandes atributos que hacen de Scoot un pick tan apetecible desde ya. A ello hay que sumarle una facilidad insultante para crear su propio tiro así como asociarse en pos de engendrar la canasta fácil.

Su gran lunar por ahora es el tiro de tres, tanto en factura propia como en catch and shoot; de corregirlo en parte, obligando a la defensa a mejores close outs, sus fuertes penetraciones darán mayores dividendos aún, haciéndole un jugador de lo más completo en el puesto de combo guard. Y sí, justo por ello, no sería una mala adhesión para los Charlotte Hornets (pick 2º) aún con LaMelo Ball en nómina y más urgidos de presencia interior.

Su espectacular manejo de balón, su alto IQ, una defensa sólida y con margen para la mejora y un tiro fiable en mid-range que, con trabajo, puede llevarlo hasta la línea de 7,25, le hacen no sólo un jugadorazo desde ya, si no que, junto a Wemby, es a quien se le presupone el techo más alto de todo el Draft 2023.

Brandon Miller. ¿Quieres 3&D? Pues no lo pienses más, porque Miller te va a llenar un silo entero para que no debas preocuparte de las miserias y escaseces del invierno. De curriculum extradeportivo algo convulso, hay pocas cosas dentro de la cancha que te hagan recelar de este jugador, cuyo perfil dominante, para quien no lo conozca y busque un referente rápido, podría ser el de un Paul George con mejor tiro o un Jabari Smith más físico y tenaz.

Si Henderson necesita el balón para generar con alto impacto, Miller no. El juego off-ball es su mayor arma –gracias a un lanzamiento altamente depurado en situaciones de ventaja– y a la vez su más preocupante debilidad, ya que la generación de espacios tras bote es lo que más le cuesta. En otras palabras: caería de pie en un esquema como el de los Warriors y dando vueltas de campana en Houston Rockets, donde la circulación rápida y el juego de pantallas y bloqueos indirectos brilla por su ausencia.

Defensor notable y de aptitudes más que exportables a la NBA, aporta valor a escala gracias a sus aptitudes de creación, tanto en transición como al poste, destacando como generador secundario y no muriendo su presencia, ni mucho menos, en el simple spot up.

Hechos los halagos, ninguno se acerca, ni de lejos, a lo que promete Wembanyama sólo con desarrollarse a un ritmo normal.

Y para ahondar en ello vamos a contar con la inestimable ayuda del periodista Gerard Solé, quien ha venido haciendo una estrecha labor de seguimiento del ídolo de los Metropolitans 92 y de Francia entera, en su sentir más literal, pues no sólo ha cubierto su progreso desde la distancia sino que se desplazó a la mismísima París para confirmar o desmentir el tamaño del mito: el paradigma de unicornio destinado a marcar un antes y un después en la NBA.

Antes de transcribir nuestra charla, conviene recordar los aspectos básicos del cromo de Wembanyama. Esto es, su estatus fisiológico.

Perfil fisiológico de Wembanyama

Esto es lo que te contesta Google cuando pones ‘Victor wembanyama height’ en la barra de búsqueda (Spoiler: mal. Razon: súper desfasado)

El de Nanterre no ha parado de crecer en los dos últimos años, y puede que aún le quede algún centímetro por rascar a sus 19 años y medio. ¿Cuál es su estatura a día de hoy? Difícil saberlo a ciencia exacta debido a la opacidad en estos temas y más cuando no acudes al Combine.

Pero de algo sí nos sirve la captura de arriba, y son los 2,24 (estos sí) de Zach Edey, jugador que también se presenta al Draft 2023 y que está proyectado para mitad de la segunda ronda. Pues bien. Atención a esta publicación de 2021.

Es decir, de los 2,26 metros no baja y nos quedamos cortos, sospecha que ya corroboró el propio Solé nada más volver de tierras parisinas. Tacko Fall y sus 2,29 están a tiro. Tremenda fotografía, por otra parte, la del tuit, que deja a Holgrem como ‘uno más’ y convierte directamente a Jaden Ivey y su 1,93 en el Peter Dinklage del Mejor Quinteto del Mundial Sub-19.

Pongamos su altura en contexto, con la de otros jugadores con pasado y presente NBA.

ALTURA (m)2,27*2,252,212,162,132,11
JUGADORVictor WembanyamaBoban MarjanovicKristaps Porzingis, Hasheem ThabeetChet HolgremKevin Durant, Joel Embiid, Thon MakerNikola Jokic, Marc Gasol

Una vez digieres el dato, analizar sus niveles de movilidad y coordinación y comprobar de lo que es capaz dentro del rectángulo pasa a ser una auténtica locura. Un exceso constante. Un sistema de reglas desigual.

Claro está que en este deporte la estatura no lo es todo, pues la anchura, esto es, el despliegue óseo, graso, fibroso y muscular, aún en la era de la aposicionalidad y la versatilidad como querencia, es también de vital importancia.

Más aún en una NBA donde la exigencia física es experta en cercenar carreras NBA aún antes de que estas empiecen, pues por todos es sabido que prospects que arrasan en la NCAA y en ligas menores naufragan sin remedio allí donde calendario y atletismo no perdonan, salvo que tu abanico técnico sea tan abrumador (Iverson, Jokic, Doncic) como para sobrevivir al difícil hándicap.

Wembanyama ronda actualmente los 110 kilos; los mismos que Durant pero 15 centímetros más alto. No obstante, si respecto de la altura no ha dicho su última palabra, con su peso aún le quedan varios tomos por escribir.

PESO APROX (kg)129127113110104
JUGADORZion Williamson, Nikola JokicEmbiid (127LeBron James (113Kevin Durant, Giannis Antetokounmpo, Víctor WembanyamaLuka Doncic

Charla con Gerard Solé: «Wembanyama no es ni va a ser nunca un ‘5’»

Tres dudas fundamentales y concretas tenía previo a la conversación, y tres extensas respuestas que me han dejado satisfecho, y espero que ocurra lo mismo con vosotros.

Mi primera cuestión era la más acuciante. Las lesiones. Azote cruel de la NBA que año tras año ataca desde septiembre para terminar de golpear, removiéndolo todo, en playoffs. Un tema de gravedad exponencial conforme aumenta la estatura del jugador.

En el caso de Víctor, hablamos de 33 partidos disputados de los 76 posibles en 2021 con el ASVEL Villeurbanne, perdiéndose gran parte del curso y los playoffs por problemas musculares (psoas), contusiones (hombro) y fracturas (dedo de la mano, peroné). A partir de ahí la situación da un giro, el barco se endereza y el control externo y la disciplina interna toman el mando, cultivando día tras día un jugador más y más fiable en términos de durabilidad y resistencia.

Enrique: Hemos visto a Joel Embiid, a Greg Oden, a Zion Williamson o a Yao Ming que bien han tenido carreras cortas, o las están viendo muy interrumpidas y que parecen no explotar del todo precisamente por lesiones (en especial en los pies) que tienden a afectar a los hombres grandes. ¿Por qué esto no debería ser una preocupación capital con Victor Wembanyama?

Gerard: Es cierto que en todos esos casos, hablamos de jugadores de un tamaño y un peso muy superior al de Wembanyama. Lo que hace especial a VW no es que mida 2,27 o 2,28; lo que le hace especial es que midiendo eso sigue siendo un jugador de un peso controlado y nada exagerado.

En el caso Embiid el cambio (físico) que hace de la universidad a la NBA es realmente gigante. Sobre todo a nivel de tamaño y de volumen, porque le tienen que convertir en un ‘5’, y es que ahí está la cuestión. VW no es ni va a ser nunca un cinco. No debe serlo. Estamos ante un jugador completamente distinto y creo que no hemos tenido nunca un ejemplo de estas características y que, por lo tanto, entramos en un terreno hasta cierto punto desconocido y que habrá que ir viendo como tratarle.

Creo que lo más importante en este punto es que en San Antonio no se obsesionen con machacarle físicamente y que la evolución de VW debe ser natural; tiene que ir ganando poco a poco masa muscular pero sin dejar de ser el jugador que es. En el momento en que eso cambiase dejaría de ser un jugador especial. Porque lo que le hace especial es que es un tío de 2,28* que es capaz de subir el balón como un base, driblar, lanzar de fuera, jugarse esas acciones de 1 contra 1 en bote… y esto no lo hemos visto nunca.

¿Que evidentemente hay cierto recelo y preocupación por el tema de las lesiones? Sí, y por eso yo creo que en su entorno salta una alarma el año pasado, cuando en un calendario más similar al de la NBA (+60 partidos) tiene varios problemas físicos durante la temporada, sobre todo a nivel muscular. Y de ahí por eso buscan un equipo con menos carga de partidos (Metropolitans 92), que le permita entrenar y desarrollarse mejor físicamente.

Una de las cosas que me hacen ser optimista respecto de que no se va a lesionar (lesiones congénitas o estructurales, no accidentales), es que yo creo que tiene todo esto muy trabajado y algo que el propio chico ha interiorizado mucho, en el sentido de ‘esto lo puedo hacer, esto no lo puedo hacer’, y realmente en estos primeros días desde que llegó a Estados Unidos (para la ceremonia del Draft), se está viendo ese punto de madurez, ese ser consciente de que él mismo está escribiendo su propio futuro, lo que va a ser clave para marcar su desarrollo físico.

Él es el primero que si en algún momento San Antonio dice: ‘Oye, vamos a hacer esto…’, y él considera que no es lo apropiado, puede que tenga un conflicto allí, porque desde hace mucho tiempo es consciente de cómo tiene que llegar y sabe muy bien el ritmo al que debe evolucionar su cuerpo.

Tiene las herramientas y tiene el conocimiento para no sufrir grandes lesiones. ¿Puede pasar que en los dos primeros años tenga algún problema muscular o fatiga muscular? Por supuesto, porque estamos ante un jugador que físicamente está aún inacabado y pendiente de esa evolución física para aguantar todo lo que supone una temporada NBA.


A lo dicho por Gerard bien vale añadir, para los más curiosos, una mención a las rutinas del jugador para calentar y prevenir lesiones.

Brian Windhorst y Jonathan Givony (ESPN) publicaron un artículo de lo más detallado acerca de esto: para empezar, unos cuantos ejercicios de coordinación y velocidad de respuesta con pelotas de tenis, malabarismos etc… antes de pasar al plato fuerte: los pies. Ahí comienza un ritual de movimientos de extraña factura vistos desde fuera (al más puro estilo Dak Prescott pero de probados resultados), seguido de ejercicios con gomas dirigidos especialmente a sus dedos gordos, fuente de muchas de las fracturas por estrés y problemas en la pisada. Todo ello siempre bajo la atenta mirada de su preparador físico, Guillaume Alquier, quien vigila muy de cerca cada uno de sus entrenamientos.

Enrique: Wemby, un tío muy bueno, muy alto pero a la vez muy enclenque; ¿por qué asumir que va a ser un perfil más Durant o Pau Gasol que otros jugadores flacos y espigados que han sufrido el salto de la NCAA y no han triunfado en la NBA por falta de peso?

Gerard: Yo creo que lo que le hace distinto con otros ejemplos previos –y creo que la comparación con el joven Pau está bien tirada– es que, y lo he dicho muchas veces, tenemos que olvidarnos que este chico mide 2,27/2,28. Su estilo de juego es el de un alero, y hay que trabajarle como tal. Es evidente que necesita una evolución física pero debe ser en esa dirección. Quizás no termine siendo alero y se convierta más en un ‘4’, pero nunca un ‘5’.

Él necesita tener un impacto defensivo más secundario, que no sea el defensor principal, y luego tener el balón en ataque y generar él, no ser sólo un ejecutor. Él es un generador de un altura descomunal, pero generador al fin y al cabo. A mi la comparación que más me convence a día de hoy es la de Kevin Durant. ¿Mide 12-13 centímetros más? Sí, pero su perfil es el de Kevin Durant. Tiene que enfocarse hacia eso, y no hacia la versión (más adulta) que terminó siendo Pau Gasol (dominador interior).

Enrique: ¿Por qué tenemos que creernos que va a terminar siendo más un Kevin Durant que un Kristaps Porzingis?

Gerard: Yo he visto al joven Kristaps cuando estaba en Sevilla, y era un jugador que ya tenía, digamos, un enfoque claro hacia el juego interior. No tenía ni tiene la agilidad ni la habilidad o la fluidez con y sin el balón que tiene Wemby.

Hay una jugada en especial de la última final que me llamó muchísimo la atención, y es una acción defensiva en la que Wembanyama coge el rebote y sale al contraataque, y el 99% de los interiores al intentar el pase al final del todo chocarían con el defensor y sería falta en ataque; y VW utiliza y pone el cuerpo de una manera que le permite dar el pase y en lugar de chocar; tiene la agilidad para eludir ese contacto y pasar por el lateral sin apenas tocar al adversario.

Yo eso no lo he visto en Porzingis ni en Gasol. Eso lo he visto en jugadores exteriores, en aleros. Y es esa capacidad de moverse distinto a lo que lo suele hacer un interior lo que le hace especial. Para mí, que acabase siendo ‘un Porzingis’ sería un fracaso. Creo que nunca ha habido un ejemplo en la historia de lo que puede llegar a ser Wembanyama. Estamos ante una especie totalmente nueva en la NBA y que evidentemente va a necesitar su tiempo pero que va a hacer cosas que probablemente no hemos visto nunca.


Si parte de la intención de este artículo era atar en corto el hype, me temo que lo dejo más desatado que nunca. Al menos así me siento yo tras este intercambio con Gerard. Y es normal, por mayor que sea nuestra pretendida dosis de escepticismo.

La historia nos ha tenido acostumbrados que para aquellos casos de jugadores de más de 2,25, la acromegalia y una hipófisis desenfrenada eran a menudo el sostén del timón, con estirones acelerados e incompatibles con un desarrollo óptimo de la agilidad, la potencia y el control nervioso y muscular.

Cada uno con sus singularidades, sus limitaciones y sus fortalezas, la NBA jamás a renunciado a los centímetros independientemente del talento adjunto. Intentar lo ha intentado siempre: en vano (Sim Bhulla, Tacko Fall), con un éxito relativo (Shawn Bradley, Gheoghe Mureşan) o con un triunfo total (Manute Bol, Yao Ming).

A Wemby, de una familia con los mejores antecedentes (su padre compitió como atleta triple salto, mientras su madre también fue jugadora de básquet), le han sido dados todos los ingredientes para, como dice Gerard, desarrollar un nuevo epítome de jugador como no se ha visto antes en la NBA, ajeno a toda clase de comparativas y sin un techo claro por colocar.

El Draft, por otra parte, tiene poco que ver con las Letras del Tesoro y sí mucho de hedge fund. En la ceremonia de mañana no hay valor seguro y todo puede pasar en la próxima década en términos de desarrollo de uno y otro jugador. De robos y desencantos. De booms and bust.

Pero todos compartimos que si para algo sirve y se tankea por un first pick, es por tratar de dar la campanada y hacerse con ese jugador de divinas aptitudes capaz darle a tu franquicia un giro de 180º grados. Un vuelco de los de Johnny Depp, Klaus Badelt y Up is Down.

Y nadie, amigos, nadie encaja en ese papel como Víctor Wembanyama.

(Fotografía de portada de Steve Marcus/Getty Images)


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