Cuanto más lees, más aparece un tema común tras la descorazonadora derrota de Oklahoma City Thunder en el Game 4 de sus serie contra Dallas Mavericks. Algo así como: “Bien, al menos aprenderán de esto”.
Una evidencia. Sí, es cierto, el equipo es muy joven. Concretamente 25,4 años de media en su roster, lo que le convierten en la plantilla más joven en llegar a unas Finales de la Conferencia Oeste desde los Houston Rockets de la temporada 1985-86. Además sus dos jugadores más importantes tan solo tienen 22 años y su quinteto titular solo suma 118, los mismos que tiene Jason Kidd, o casi.
Pero una cosa es un dato, y otra muy distinta es abusar de él como excusa. Ya no más. Hay muchas razones por las que los Thunder se dejaron remontar una ventaja de 15 puntos en los últimos menos de 5 minutos del partido del pasado lunes (por cierto, el más importante de la historia de Oklahoma City). Podemos hablar de malas ejecuciones, pérdidas de balón, decisiones equivocadas, pésima dirección, pobre defensa, Dirk Nowitzki… pero la falta de experiencia es algo que ya no tiene cabida aquí. De nuevo, ya no más.
Porque eso es tomar el camino fácil cada vez que los Thunder caen en los grandes momentos. Sí, nadie niega que sean jóvenes y que estando como están por primera vez en unas, ni más ni menos, Finales de Conferencia, este es un territorio nuevo para ellos. Pero de ahí, a admitir que por ese motivo tengan “carta blanca” para desperdiciar cruciales victorias que estaban en el bolsillo, media un abismo.
Lo cierto es, sin embargo, que Oklahoma City hizo algunas cosas verdaderamente inmaduras en ese Game 4. Tres faltas personales en campo de ataque con los Mavs ya en bonus; seis puntos fáciles para Dallas con el tiempo parado. James Harden (también 22 años) cometiendo su sexta falta personal a más de 20 metros del aro propio; parcial de 28-6 desde que Harden abandonó el partido. Varios tiros precipitados de Oklahoma City con todavía siete u ocho segundos en el reloj de posesión; segundos muy valiosos para, al menos, reducir el tiempo de juego cuando llevas ventaja en el marcador. Pérdidas repetitivas de balón, contando hasta 26. Y así seguiríamos.
¿Es todo eso exceso de juventud? En todo caso, jóvenes lo han sido durante toda esta temporada. De mucho éxito, por cierto, acabe cuando acabe. “This is basketball, man”, decía un apesadumbrado Kevin Durant en la rueda de prensa post-partido. Cierto. Éstos son solo los segundos Playoffs para esta plantilla. En realidad, el pasado Game 4 fue solo el 22º partido de post-temporada para estos Thunder y, en esta misma temporada, han sobrevivido a un Game 7 y cerrado favorablemente dos eliminatorias. Salir ahí y decir que el problema es la juventud sería injusto, sobretodo para ellos mismos.
Principalmente porque Oklahoma City ya ha pasado por aquí. En el Game 3 de su serie contra los Grizzlies, los Thunder llegaron a ganar de 18 puntos y hasta de 10 con menos de seis minutos por jugar. Pero tras varios malos tiros, muchas pérdidas y algunos tiros libres fallados, Memphis logró forzar la prórroga para acabar llevándose lo que entonces se consideró una victoria clave. Ese fue un momento para aprender, para crecer como equipo. Y lo hicieron ganado el (entonces si crucial) Game 4. Así que esos errores pasados deberían de haber servido ahora, no? Se supone que así funcionan las cosas. Pero no siempre, simplemente porque “this is basketball, man”. Se trata de jugar y jugar bien. Punto.
Que nadie ponga en duda que este tipo de derrotas como la del pasado lunes son un gran test para los Thunder. Porque por muchas cosas por las que este grupo de jóvenes jugadores ha pasado ya en esta post-temporada (rumores de desencuentros en el vestuario, críticas de jugadores, división entre sus dos grandes estrellas, etc), existe la oportunidad para este equipo de unirse y confiar el uno en el otro. De hecho, después de una derrota tan dolorosa como inexplicable como la del Game 4 contra Dallas, poco queda ya. Quedan tus compañeros, 12 hombres que sienten el mismo nivel de dolor que el que sientes tú. Las victorias eliminan las tensiones y los problemas por sí solas (ver aquí el ejemplo de Miami Heat), pero las derrotas lo sacan todo a relucir.
Ganar un anillo no es tarea sencilla. Los equipos suelen antes necesitar pasar por momentos así, es parte del proceso. Se presenta ahora una oportunidad única de madurar y dar un paso hacia delante. ¿Pueden los Thunder ganar esta próxima madrugada el Game 5 en Dallas? Por supuesto. De no ser así, ¿pasará mucho tiempo desde la eliminación en el que se hable más de la juventud e inmadurez de OKC que del éxito rotundo de esta temporada? Por justicia, esperemos que no.
“This is basketball, man”.