La liga universitaria sigue siendo la principal proveedora de talento de su ‘hermana mayor’ y, por su peso en la cultura deportiva estadounidense, lo normal es que siga siendo así por mucho tiempo. Ahora bien, la mencionada expansión internacional que la liga comenzó de la mano de David Stern no solo tuvo como consecuencia la globalización de las audiencias. También implicaba un crecimiento tendente al infinito del parque de talento disponible. Hoy en día es prácticamente imposible que alguien con capacidades de élite para la práctica del baloncesto escape a alguna de las numerosas zarpas de la NBA.
Ser la única Major norteamericana con una proyección global también implica una diversificación de accesos que no existe en el resto de grandes competiciones nacidas en los Estados Unidos. Lo cual a su vez plantea la aparición de diversos modelos de captación de talentos a nivel interno. Es decir, dentro de las propias fronteras estadounidenses. Las fuentes de las que bebe el draft de la NBA cada vez son más diversas, pero a la NCAA la principal competencia le ha crecido en casa.