Jugadores especiales requieren medidas especiales, y Luka Doncic es uno de esos. El jugador de los Mavericks está apurando su participación en los Juegos Olímpicos, donde su selección aún tiene posibilidades de obtener el bronce. Se medirá a Australia el próximo sábado 7 de agosto para discernir este tercer puesto. Después de finalizar su concurso olímpico, la idea de Luka no es otra que desconectar al fin en su Eslovenia natal. Pero antes de relajarse, tendrá que sentarse a firmar su renovación con la franquicia texana, que enviará una expedición de al menos cinco hombres al país balcánico. Mark Cuban, Dirk Nowitzki, Jason Kidd, Nico Harrison y Michael Finley serán los encargados de zanjar la extensión que llevará a Doncic a cobrar más de 200 millones de dólares en 5 año. Se espera cerrar la operación durante la próxima semana.
Antes de zarpar hacia tierras japonesas, la estrella pidió que se respetase su estancia en Tokyo para permitirle concentrarse en su empresa con la selección eslovena. Los Mavericks han respetado los deseos de Doncic a rajatabla mientras seguían operando —mejor o peor— en el mercado. Pero ya no pueden esperar más para cerrar el acuerdo que guiará el futuro de la franquicia a medio plazo. La firma del contrato ya es un hecho, pero el gesto de trasladar a cinco de las cabezas visibles en la dirección del proyecto es una muestra más de la importancia que tiene Luka. Para los Mavs en particular y la NBA en general.
Los casi dos meses transcurridos desde la eliminación del equipo a manos de los Clippers en primera ronda han sucedido como un huracán. Un artículo de The Athletic provocaba o anticipaba entonces lo que ha sido una completa restructuración en la cadena de mando. Todo impulsado por el miedo a que Luka se sintiese incómodo con el entorno. Mantener a Doncic contento es primordial para Dallas, y cada movimiento ejecutado —como la posible adquisición de su compatriota Dragic— busca complacerle. No parece mala idea.
(Fotografía de portada de Tom Pennington/Getty Images)