Los Warriors siguen en caída libre. Si la temporada ya se presentaba complicada con la lesión de Klay Thompson y la salida de Kevin Durant, la fractura en la mano de Stephen Curry –quien podría, incluso, perderse lo que resta de curso– no ha hecho más que profundizar en la problemática de una franquicia que ha pasado del cielo al infierno en apenas unos meses.
Y ni siquiera la mejor versión de D’Angelo Russell augura un cambio de tercio en la Bahía. Los Warriors han sufrido una nueva derrota, esta vez a manos de los Timberwolves por un resultado de 125 a 119 tras una prórroga. Un encuentro en el que Russell firmó su ‘high-career’ en anotación, con 52 puntos. Eso sí, con el ‘Equipo B’ en pista y Draymond Green también en la enfermería.
Porque todo el juego giró alrededor del de Louisville. Sin más referentes ofensivos en pista, un solar en el juego interior (70 puntos recibidos en la pintura) y poco criterio en la creación y distribución del juego (18 asistencias y 19 pérdidas), Russell se vio obligado a maximizar su impacto desde el pick&roll para mantener a los Warriors en el partido.
Y estuvo cerca de lograrlo, pero no halló aliado entre sus compañeros. A 29 segundos para el final, los de Steve Kerr vencían por cuatro puntos, pero sendas canastas de Karl-Anthony Towns –lastrado por las faltas en la primera mitad– y Andrew Wiggins llevaron el partido a la prórroga.
El propio Wiggins se erigió como la némesis y gran antagonista de la ‘causa Warriors’. Sus 40 puntos –incluido el triple definitivo a 23 segundos para el final– y 7 asistencias lograron neutralizar la exhibición de Russell y los Wolves se llevaron la victoria en el tiempo extra.
Este resultado congestiona la zona de lucha por los Playoffs en el Oeste. La victoria ante los Warriors deja a los Wolves con un balance de 5-3 compartido por Rockets, Suns, Spurs y Mavericks.
(Fotografía de Ezra Shaw/Getty Images)