Desde que Stan Van Gundy llegó a los Pistons en mayo de 2014 con plenos poderes de decisión tanto en la pista como fuera de ella ha mostrado firmeza a la hora de trabajar: si algo no funciona, cambio.
Así se produjeron las firmas de Jodie Meeks, Jon Leuer, Ish Smith o Boban Marjanovic; las salidas de Will Bynum, D.J. Augustin, Brandon Jennings o Spencer Dinwiddie; el corte de Josh Smith —al que se seguirá pagando anualmente hasta 2020— o las llegadas de Reggie Jackson, Marcus Morris, Tobias Harris y Avery Bradley, estos tres últimos traspasados posteriormente.
¿Extraña este movimiento por parte de la gerencia de los Pistons? No.
El aspecto deportivo
Detroit parece un equipo sin rumbo. Ni hacia delante ni hacia atrás. En las tres temporadas completas de Van Gundy solo se han alcanzado los playoffs en una ocasión y esta campaña deberá pelear mucho por lograr una de las últimas plazas del Este. No se ha producido ningún salto de calidad, algo que se esperaba tras la eliminación en primera ronda a manos de Cleveland en 2016.
Dada esta situación, a Van Gundy no le quedaban más opciones que plantear una mejora en la plantilla a corto plazo para ver si el experimento da frutos que permitan soñar con mejores cosechas en años venideros. Con una marca de 22-26, noveno del Este, la llegada de un All-Star como Blake Griffin debería suponer un impulso al equipo, aunque solo sea en el aspecto anímico en un primer momento. Griffin es capaz de complementarse a la perfección con Andre Drummond, formando una pareja interior que sea capaz de conseguir puntos, rebotes y generar juego (no les pidamos mucho en defensa, eso sí).
Griffin (5,4 asistencias, 3º) y Drummond (3,8 asistencias, 8º) están en el Top-10 de la NBA en asistencias por 36 minutos contando ala-pívots y pívots según datos de Basketball Reference. Esa capacidad de encontrar al compañero de los dos hombres altos será fundamental a la hora de cubrir la evidente falta de punch exterior de la plantilla de Van Gundy, algo que ha llevado a Detroit a tener uno de los peores ataques de la NBA (103,9 puntos cada 100 posesiones, 21º de la Liga).
A Reggie Jackson aún le quedan entre dos y tres semanas para volver a jugar, por lo que una rápida adaptación de Griffin y los minutos extra de los que dispondrá Stanley Johnson ahora que no está Bradley se antojan como vitales para que Detroit no se descuelgue más y mantenga a tiro los playoffs.
El aspecto económico
Los Pistons se han cambiado de pabellón esta temporada y no están consiguiendo que sus aficionados vayan a verles jugar. Con un 83% de asistencia en los 23 partidos que han disputado esta temporada en Detroit, los Pistons son el 29º peor equipo de la NBA en este dato, solo mejorando a los abandonados Hawks. Pero ahondando más en la herida, Detroit está en el Top-3 negativo de la NBA en cuanto a porcentaje de asistencia al pabellón de forma constante desde 2011 de acuerdo a la base de datos de ESPN, liderando negativamente la Liga en 2012, 2013, 2014 y 2017. Poca gente quiere ver a los Pistons y además son uno de los equipos que pierden dinero en la NBA.
Es por ello por lo que aunque salarialmente la llegada de Griffin a Detroit puede suponer un disparo en el pie, la franquicia necesita recuperar la ilusión por parte de los aficionados, aunque sea a costa de no plantear luchar por el título durante los próximos años pero al menos sí batallar y clasificarse para playoffs de forma constante.
Con un buen pedazo del margen salarial comprometido para los próximos años —para las campañas 2018-19 y 2019-20 entre Griffin, Drummond, Jackson y Jon Leuer hay comprometidos una media de 85,5 millones de dólares anuales, aproximadamente el 79% del espacio disponible para contratos—, en Detroit apuestan el todo por el todo a este movimiento con Griffin, quien además percibirá un 15% más de salario debido a una cláusula de su contrato firmado en julio.
Conclusión
Nadie quiere ir a Detroit entre aficionados y jugadores, así que tocaba fichar a un All-Star mediante traspaso y trabajar para que el equipo funcione, las temporadas de 45 o 50 victorias con playoffs sean posibles y se abandone esta etapa de irrelevancia de una franquicia histórica de la NBA.