Otra derrota ajustada amenaza la paciencia de LeBron

“No sé cuál es el nivel de frustración pero va a ser un vuelo difícil de vuelta a casa”, afirmaba Luke Walton tras otro partido perdido de sus Lakers decidida en los minutos finales. La quinta derrota de la temporada llegaba en una secuencia ya vista, de nuevo sucumbiendo en un duelo ante Minnesota sin dominador claro, en el que nadie pasó de los 10 puntos de ventaja en ningún momento, por 124-120.

El ambiente en Minneapolis sigue enrarecido por la petición aún no concedida de traspaso de Jimmy Butler, quien sigue en el equipo ante la dura posición negociadora de los Wolves. Pese a ello, el alero sigue jugando a nivel de estrella. Los 32 puntos de Butler, incluyendo un 12/20 en tiros de campo y un 6/7 en triples, coincidieron además con la vuelta del mejor Karl-Anthony Towns, quien terminó con 25 puntos, 16 rebotes, 5 asistencias y 4 tapones.

Qunteto de altura

Los Lakers también tenían un regreso en cuerpo y en alma como el del suspendido Brandon Ingram. Con todos sus hombres de rotación disponibles, el equipo angelino sacó un equipo gigantesco para el estándar actual de la NBA, cambiando a Josh Hart por Ingram, escolta nominal pese a sus 2,06 metros de altura. Y el experimento funcionó a ratos.

La combinación entre LeBron James y Brandon Ingram volvió a ilusionar, especialmente con el segundo sacando su rabia contenida tras sus cuatro partidos de suspensión de la mejor forma posible. Agresivo de cara al aro y en defensa, terminaría con 24 puntos, 5 rebotes y 3 tapones. Por su parte, James terminaría con 29 puntos, 10 rebotes y 8 asistencias. Estar ya a menos de dos meses de cumplir los 34 años sigue sin reducir su estelar producción.

Sentencia por triples

Pero como en toda la temporada, sin contar su duelo ante los débiles Suns, esto no sirvió a los Lakers para escaparse en el marcador. Pequeños detalles, particularmente en el rebote y en su acierto exterior, les lastran en exceso. No lo suficiente como para irse irremediablemente de ningún partido (aún no han perdido por dobles figuras esta temporada), pero sí para quedarse sin margen de error cuando el tiempo se termina. Y de nuevo, los fallos aparecieron en los minutos calientes.

“Necesitamos ser mejores. Lo sabemos”, explicó LeBron James tras el partido. “Hablamos sobre paciencia, pero no podemos repetir lo mismo, hacer lo mismo una y otra vez y esperar un resultado diferente. Eso es una locura. Así que tenemos que ser mejores. No podemos cometer los mismos errores una y otra vez”.

Dos momentos claves sellaron el destino de los Lakers en Minneapolis: permitir un 11-0 de parcial a mediados del último cuarto lanzado por dos triples de Jimmy Butler, y un olvidable último minuto cargado de malas decisiones ofensivas. La defensa de Taj Gibson, con dos tapones finales, y otro triple definitivo de Butler acabaron dando el triunfo para unos Timberwolves que encontraron al menos durante 48 minutos una armonía que brilló por su ausencia en los últimos partidos.

Cuestión de paciencia

Tras terminar su primera minigira de la temporada con un 0-2, los Lakers volverán a casa para enfrentarse a los Mavericks de Luka Doncic en la noche de Halloween del miércoles. Un rival a priori más asequible en un ambiente propicio para recuperar terreno. Pero los números duelen, ya con un balance de 1-5 en finales ajustados (con solo el 0-4 de Oklahoma City y el 0-3 de New York como claramente peores).

Y más molesta a LeBron James, quien apareció ante los medios más seco y con cara de circunstancias que en otras ocasiones. Desde su llegada a la NBA en 2003, solo una vez empezó la temporada con un 2-5 o peor en sus 15 años anteriores, y fue en su año de novato. Sus Cavaliers no entraron entonces en playoffs, con un balance de 35-47.

Tras la derrota, le preguntaron qué ocurre cuando su paciencia se termina. Su respuesta: “No quieras estar cerca cuando se me acabe la paciencia. Lo digo en serio”. Una ligera sonrisa asomó en su cara, quizás intentando quitar hierro a una declaración que rápidamente sonaba a aviso a sus compañeros, a su entrenador y a la organización. Pero nadie duda que la paciencia de LeBron James, viendo los playoffs desde fuera por primera vez en muchos años, no será eterna.


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