Por quinta vez desde su marcha y primera como Laker, LeBron James regresaba a la ciudad donde ganó sus dos primeros campeonatos NBA. El mejor jugador que haya pasado por Miami, con permiso de un ausente Dwyane Wade por permiso de paternidad, aún no conocía la victoria en su antiguo hogar desde su salida con destino a Cleveland en 2014. Cuatro años y medio después lo logró de la forma más dominante posible. Sus inapelables 51 puntos lanzaron a los Lakers para imponerse por 97-113.
Antes que LeBron James, solo Michael Jordan (56 puntos en los playoffs de 1992) había anotado más puntos como visitante en Miami. El dominio en la cancha fue claro desde el principio, estrenándose con un espectacular mate a la carrera a una mano. A poco más de un mes de cumplir 34 años y en segunda noche de back-to-back con viaje entre medias, el físico de LeBron James sigue desafiando al paso del tiempo.
Asombrando a todos
Más 👑 que nunca
51 PTS
8 REB
3 AST
6/8 en triples¡Victoria de @LosLakers! #LakeShow pic.twitter.com/lDEjmnXl6n
— NBA Spain (@NBAspain) November 19, 2018
No solo la estadística equiparaba a LeBron James y a Michael Jordan. “Es verdaderamente extraordinario lo que ha sido capaz de hacer por tanto tiempo y lo que es capaz de hacer”, confesaba su nuevo compañero Tyson Chandler tras el duelo. “Viendo toda la expectación con la que llegó (a la NBA), uno piensa: ‘es imposible que nadie pueda cumplir estas expectativas’. No solo lo ha hecho, las ha superado, lo cual, honestamente, no puedes describirlo. Y solo hay un único otro jugador en este planeta con el que puedes compararle, y ese es MJ. En este momento, posiblemente está luchando por ser el mejor de todos los tiempos”.
Los Heat, sin Goran Dragic ni Dwyane Wade, no encontraban la fórmula para parar a LeBron James, quien estuvo a punto de anotar más que su rival al completo en el primer cuarto, con 19 puntos (de 34 totales para los Lakers) por solo 21 de Miami. Los hombres de Erik Spoelstra nunca tuvieron la oportunidad de adelantarse en el marcador, si bien nunca renunciaron a una heroica remontada hasta los segundos finales.
Sintiéndose inspirado de cara al aro (terminaría con un 19/31 en tiros de campo y un 6/8 en triples), LeBron James raramente desperdiciaría una oportunidad para castigar a Miami. Lo hizo de todas formas posibles: 14 puntos en la pintura (incluyendo varios mates antológicos), 12 puntos desde media distancia y 18 desde la línea de triple, dejando los otros 7 para la línea de tiros libres. No había mucho que hacer para Miami, lastrado por la falta de actividad de James Johnson, el jugador más capacitado para defenderle, pero justo debutando esta temporada tras salir de una lesión.
Sin respuesta de Miami
“Puede anotar ante los mejores”, explicaba Kyle Kuzma. “La gente siempre habla sobre su capacidad para facilitar y su mentalidad de dar primero el pase, pero probablemente promediaría 40 (puntos por partido) si quisiera”. Los sufridos Derrick Jones Jr., Justise Winslow o Josh Richardson, quienes compartieron la tarea de defenderle, pueden dar fe de ello.
Fueron un ex-Laker como Wayne Ellingon (19 puntos) y el propio Richardson (17), el jugador más fiable de Miami esta temporada, los que intentaron contrarrestar el torrente ofensivo de LeBron James. Para colmo, Kentavious Caldwell-Pope volvió a emerger como anotador desde la segunda unidad angelina con 19 puntos. Y la defensa de Luke Walton tuvo momentos de gran brillantez en momentos clave para apuntalar la ventaja, particularmente en la segunda mitad.
La frustración podría al final con Josh Richardson. Tras protestar una falta no señalada en la que perdió una de sus zapatillas, acabó arrojándola al público ganándose su expulsión a 6 minutos del final. Pese a ello, los Heat llegaron a reducir su desventaja a solo 8 puntos tras triple de Wayne Ellington. Pero esto solo sirvió para que LeBron James tuviera la excusa perfecta para ir a por una cifra redonda.
Una canasta lejana pisando la línea a 43 segundos del final dejaba a los Lakers 11 arriba y su cuenta particular en 48 puntos. El partido estaba ya sentenciado, pero nadie esperaba que LeBron James se relajara antes de buscar los 50 puntos. Una entrada a canasta le bastaba, pero un viejo enemigo en batallas de Playoffs en Miami le hizo cambiar de opinión.
El broche final
“Lance (Stephenson) me dijo que terminara el partido y que ‘apuesto a que no lanzas un triple’”, explicó James tras el partido. “Me dijo ‘ve a por el triple, apuesto a que no lo haces’. Así que fui a por el triple. Y por eso señalé directamente a Lance”
Y así fue. Desde casi 10 metros, LeBron James se jugó un triple absurdo para cualquier otro jugador (con la excepción de otro ilustre nacido en Akron como Stephen Curry), pero que acabaría entrando para superar la cincuentena de puntos. Volviendo a su cancha, apuntaba a su compañero en el banquillo. Era el broche perfecto para una noche perfecta.
Los hitos estadísticos se acumulaban: quinto jugador con un partido de más de 50 puntos en tres equipos diferentes (tras Wilt Chamberlain, Moses Malone, Bernard King y Jamal Crawford) y el sexto que lo hacía por 12ª vez en temporada regular, deshaciendo su empate a 11 con Allen Iverson. Al final, su antigua afición le dedicaría cantos de “MVP, MVP”, como en los viejos tiempos.
Fue el aperitivo de un regreso todavía más especial. El miércoles volverá a Cleveland por primera vez como jugador de los Lakers. Un ambiente seguramente mucho menos hostil que el de su retorno allá en 2010, entonces con los Heat y todavía con la etiqueta de traidor que tardaría algún tiempo en quitarse. Tras volver como héroe 4 años después y dar a los Cavaliers el único campeonato de su palmarés, su recibimiento tendrá mucho más de agradecimiento por darle vida a una franquicia de nuevo moribunda. Sea en la ciudad que sea, LeBron James aún sigue siendo uno de los mejores jugadores que jamás haya pisado una cancha de baloncesto. En Miami dejó 51 razones para seguir creyéndolo.