Jeremy Lin (casi) un año después

Jeremy Lin no es quien un día creímos que era.

No. Y tampoco tras los recientes 38 puntos y 7 asistencias del pasado lunes.

Admitiendo aquí el arrepentimiento y hasta el bochorno propio, con toda certeza, no estamos ante lo que algunos creímos estar el año pasado, cuando pensábamos (y escribíamos) que estábamos ante un jugador especial.

Resulta que, en realidad, nos encontrábamos ante un jugador medio ante una buena racha colosal. De hecho, la mejor racha de cualquier nuevo titular en la historia de la NBA; no en vano, Lin se convirtió en el primer jugador que alcanza promedios de 27,2 puntos en sus cinco primeras apariciones en un quinteto titular, o en promediar más de 20 puntos y 7 asistencias durante el mismo periodo.

Las cosas que hizo Lin la temporada pasada desafiaban cualquier razonamiento lógico entonces, tal y como lo siguen desafiando ahora. Simplemente, no es “ese” jugador. Ni tan siquiera se le acerca, habrá que puntualizar. En realidad, no fue nunca más “ese” jugador tras sus cinco primeros partidos.

¿Cuándo, en la larga y ancha historia de la Liga, un jugador ha tenido sus cinco mejores partidos en sus cinco primeros partidos? Jamás. Hasta la aparición de Jeremy Lin.

En lo que llevamos de la presente regular season, Lin promedia en Houston 11,3 puntos y 6,1 asistencias en 32,7 minutos de juego por partido, incluyendo evidentemente la reciente exhibición ante San Antonio arriba mencionada. Números decentes. Aunque su acierto en el los tiros de campo  (39,9%) y su media de pérdidas por encuentro (2,67) rozan la indecencia.

Sucedió con Lin en New York lo mismo que en la NFL con Tim Tebow en Denver. Los Knicks estaban tan “agradecidos” a Lin por las decenas de millones de dólares que éste inyectó a la franquicia (a través de ventas de tickets y ropa deportiva, y la terminación de un nuevo acuerdo de retransmisión de los partidos de New York por televisión por cable -pues la ciudad entera quería ver a su nuevo héroe-), que le dejaron marcharse como agente libre, viendo como firmaba con los Rockets un “asequible” contrato por 3 temporadas y 25M$ que los Knicks no quisieron igualar.

¿En qué estarían los Knicks pensando? Bien, pues en algo como: Jeremy Lin no es quien todos creéis.

Y es que, a posteriori, los signos estaban ahí, ante nosotros. En sus diez primeras titularidades con los Knicks, Lin promedió 24,6 puntos y 9,2 asistencias por partido, anotando el 49,7% de los lanzamientos intentados; nivel MVP. En las siete siguientes, sus números descendieron hasta 15,6 y 7,7 respectivamente; nivel base titular. ¿Sus últimas nueve apariciones en el quinteto inicial? Otro descenso, esta vez hasta los 13,6 puntos y 5,9 asistencias por noche. Pero es que en la suma de esas últimas dieciséis titularidades, su porcentaje de acierto en el tiro cayó más de diez puntos, del 49,7 al 39,3%; nivel horroroso.

Jeremy Lin no es quien un día creímos que era.

O mejor dicho, no es quien un día quisimos que fuera.

Quisimos que fuera un Superman. Un insólito héroe de origen taiwanés a quien nadie daba una beca deportiva, a quien nadie quería draftear, que finalmente salió a escena en los Knicks después de que tanto los propios Rockets como los Warriors le cortaran, para acabar teniendo que ganarse el pan en la D-League. Más tarde, New York le necesitó para una emergencia puntual, y el resto es historia viva de los libros de la NBA tras el epígrafe Linsanity.

Un chico que salió de la nada, emergió hasta el estrellato partido, tras partido, tras partido… del que se urgía a la NBA que lo incluyera a última hora en el All-Star y por el que se hizo mofa de los Knicks por dejarlo marchar.

¿Debemos arrepentirnos? Para nada. Cuando llegó el pasado All-Star break, Jeremy Lin era de lo que todo el universo NBA se hacía eco. De hecho, quizá la suya era la historia más comentada en años en la Liga de alguien que no se llamara LeBron.

Precisamente LeBron James, Dwayne Wade y los Miami Heat fueron los pioneros entonces en bajarnos de la nube, al dejar a Jeremy Lin en 8 puntos (en un 1 de 11 en tiros de campo), 3 asistencias y 8 pérdidas el pasado 23 de febrero. Lin no es, ni mucho menos, el jugador que aquella aciaga noche fue; pero tampoco, ni mucho, mucho menos, aquel que promedió 27,2 puntos en sus primeras cinco titularidades.

La suya fue la historia más grande jamás contada durante la temporada pasada; pero las secuelas siempre suelen ser decepcionantes.


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