Con su máscara facial negra y una explosión en forma de 41 puntos en medio de la escena, Kyrie Irving parecía una especie de superhéroe. Batman, con una pelota de baloncesto entre las manos a modo de arma destructora. Su one-man show del pasado sábado en el Madison Square Garden no fue suficiente para salvar a los Cavs en Gotham City (bueno, New York), y el partido acabó cayendo del lado de los Knicks 103-102.
Pero en Cleveland, Irving tiene ante sí la oportunidad de llegar a ser todo aquello que cualquier fan del deporte en Ohio anda buscando para el largo plazo. Alguien con quien poder contar; alguien que salve a la ciudad de la reciente mediocridad deportiva en un entorno en que “espera al año que viene” no significa aspirar al anillo o ni tan siquiera entrar en los Playoffs, y sí más bien soñar, tan solo quizás, con un balance de victorias/derrotas del 50%.
Porque en lo que a deporte profesional se refiere, puede que los Cavs sean la mayor de las esperanzas de la ciudad, con sus muchos activos, su buen puñado de Draft Picks y su joven y prometedor talento. Y Kyrie Irving, claro, como su Caballero Oscuro de tan negra como brillante armadura.
Irving lleva jugada lo que vendría a ser una temporada regular completa en la NBA, pero ya es uno de los jugadores con mejor manejo de balón de toda la Liga. A sus solamente 20 años de edad, puede conducir, penetrar, asistir y tirar muy bien desde la distancia. Ha demostrado ya, además, estar extremadamente preparado para los momentos importantes de los finales de partidos apretados, con los 17 puntos en el último periodo en el MSG como más reciente ejemplo.
Básicamente, cuando de lo que se trata es de definir una plantilla, no existe mejor comienzo que contar con Kyrie Irving. Es por ello que los Cavs pueden vivir ahora con un récord de 5-22 (aunque evidentemente duela), o por lo que pueden seguir sonriendo y sintiéndose seguros cuando lo que toca es plantearse el futuro más próximo. Pon en la mezcla a su compañero en el backcourt, el rookie Dion Waiters o a algunas otras jóvenes facciones (los forwards Alonzo Gee o Tristan Thompson, o el center -también rookie– Tyler Zeller), y en los Cavs obtendrán algo con lo que, desarrollo mediante, poder aspirar a tener un sólido grupo de secundarios para Irving.
Evidentemente, la efectividad de éstos permanece indeterminada a día de hoy, pero de lo que no se duda es de Irving. Sus promedios este año están en casi 24 puntos, 5,5 asistencias y 3,7 rebotes por partido. En ataque, Irving es astuto, confiado y capaz de mantener el balón en movimiento constante para felicidad de sus compañeros. Fuera de la pista, un chico jocoso y agradable, con la educación y el saber estar requerido cuando de seriedad y liderazgo se trata. Y todo ello, sin embargo, lejos de la inexistente perfección.
Sin ir más allá, su entrenador Byron Scott públicamente cuestionó su esfuerzo defensivo tras la derrota en casa del pasado viernes ante Milwaukee. Y a pesar de sus súperheroicidades, Irving puede ocasionalmente resultar descuidado con el balón. Después vienen las lesiones. Primero fue el dedo del pie durante su etapa en Duke. Luego el hombro y la conmoción cerebral en su año de rookie. Más tarde la mano rota este pasado verano, antes que el dedo fracturado del que volvió no hace ni diez días tras perderse 11 partidos esta misma temporada. Y finalmente la mandíbula, también rota, y motivo de la máscara.
Habrá que entender a quien opine que Irving es proclive a lesionarse, aunque le falte precisión. Desafortunado sería aquí quizás una mejor definición. Y la suerte, en algún momento, tendrá que cambiar.
Cuando lo haga… cuando los Cavs usen inteligentemente alguna de las Draft Picks que todavía tienen pendientes, cuando hagan valer algunos de sus activos vía intercambio de jugadores, cuando rellenen el interesante espacio salarial ahora vacío… bien, puede que entonces Kyrie Irving se enfrente a algo totalmente distinto, algo que dé a los Clevelanders motivos para creer que las cosas buenas pueden volver a ocurrir.
No será ahora, no en esta temporada que se prevé larga de nuevo en Cleveland, pero los Cavs y sus fans deben sentirse afortunados por tener a Irving en sus filas. Al menos, su sola presencia cada noche ya hace que valga la pena ver sus partidos.
Como Bruce Wayne dijo en “The Dark Knight (El Caballero Oscuro)”, Gotham City necesita un héroe con una cara. Para Cleveland, ese héroe, esa cara, es la de Kyrie Irving.