¿Casualidades del destino? Eso nos dicen. Cuando conocimos que Golden State Warriors traspasaba a Jordan Poole a los Wizards para adquirir a Chris Paul, no escuchamos a nadie poner el grito en el cielo; es más, la respuesta generalizada fue: normal.
Muchas veces hemos dicho que la vida en la NBA cambia a un ritmo vertiginoso; no exageramos. Al empezar el verano de 2022, con unos Warriors campeones, todos dieron por hecho que renovar y asegurar el futuro de Poole era un paso tan lógico como necesario. El joven guard venía de ser clave en la consecución del anillo y casi se le veía como heredero de los splash brothers. Pues bien, meses después todo cambió a raíz de una agresión de Draymond Green en un entrenamiento de la pretemporada y el posterior desempeño irregular de Poole sobre el parqué. De pronto no era ese niño bonito que nos anunciaron, sino prácticamente un problema.
Aunque por cuenta propia el escolta no había hecho nada malo, el verse envuelto en una ‘batalla’ con un peso pesado como es Green le golpeó sin remedio. Los californianos optaron desde el primer momento por quitarle hierro al asunto. Green fue multado, pero no suspendido, y de tal manera se empezó a dejar claro quién importaba realmente de los dos. El propio Steve Kerr admitió al concluir la campaña que ese momento, el del puñetazo, pudo marcar el devenir del curso al no encontrarse una solución adecuada, pero ello no le impidió tomar partido por un bando: «Sin Draymond Green no somos candidatos al campeonato«, sentenciaba.
La frase del head coach de Golden State tenía un enorme peso. Green acababa su contrato con el equipo en semanas y el mensaje que le enviaban era de un claro deseo por renovarle. La agencia libre se abría el 1 de julio y debían convencerle rápido. Fue entonces cuando el 22 de junio, a menos de 10 días para poder firmar un nuevo contrato con Draymond, sucedió: los Warriors traspasaban a Jordan Poole a cambio de Chris Paul. Quizás no era la intención, pero ya se sabe, más vale un hecho que mil palabras.
Como todos sabemos, el ala-pívot renovó con los de San Francisco por cuatro años y 100 millones de dólares, un acuerdo que le permite asegurar su futuro hasta 2027 y equipararlo al de Stephen Curry, quien acaba un año antes. En la gerencia se celebró su nuevo contrato y se empezó a pensar de nuevo en pelear por el campeonato. Tal mentalidad está muy bien pero… ¿el adiós de uno y la renovación de otro (Poole) responde a un plan trazado? Lo comentamos al principio: nos dicen que no.
Joe Lacob niega la mayor
En una entrevista concedida a Tim Kawakami de The Athletic, el propietario de los Warriors, Joe Lacob, no solo asegura que no estaba planeado prescindir de Poole, sino que cree que mantener a los dos en el equipo hubiese funcionado pese a lo ocurrido en el training camp de 2022.
«No es para nada cierto que hayamos tenido que elegir. Creo que es justo decir que hubo cierto nivel de preocupación mirando al futuro y pensando sobre si eso iba a funcionar. Para ser honesto contigo, creo que hubiera funcionado, podría haber funcionado. Pero creo que es justo decir también que para que todo funcionase, alguien probablemente iba a verse señalado. Simplemente resultó de esta manera. No estaba planeado que se marchase Jordan», afirma.
Puede que fuese así. Quizás en Golden State estaban dispuestos a seguir con ambos, pero lo cierto es que ese camino ya parecía más que explorado durante el curso 2022-23 –y no con buen resultado–. La realidad es que nadie echaría en cara a los Warriors que se deshiciesen de Poole, y no porque este lo mereciera, sino porque Green es toda una institución en el equipo. Las cosas simplemente han resultado así y ahora ambos tienen la oportunidad de demostrar que ha sido un acierto. En San Francisco siguen teniendo una gran plantilla. En Washington esperan la explosión de Jordan Poole.
(Fotografía de Steph Chambers/Getty Images)