Nunca me cansaré de señalar el relato que la NBA es capaz de construir alrededor de su producto como parte intrínseca del mismo y de la afición que despierta en millones de espectadores, lectores y consumidores entre los que se encuentra quien escribe y quien lee estas palabras. Esas mismas narrativas por las que los Bad Boys son los malos de una película que no protagonizan, Jerry West el mejor perdedor de todos los tiempos o por las que Ben Simmons jamás fue un buen jugador de baloncesto. Esos hilos que provocan que Joel Embiid haya sido el MVP de esta temporada con 72 votos respecto a los 15 de Nikola Jokic por mucho que la carrera por el galardón fuese de photo finnish.
Los relatos que produce la NBA y los aparatos comunicativos que la circundan pueden ser más o menos fidedignos, tramposos, reales o ficticios. Pero se hace bastante obvio cuándo van demasiado lejos en la construcción de una historia que no cuentan los vencidos, pero que no conoce la piedad por el derrotado.
Después de apagar el televisor antes de que la media noche se cerniese sobre el reloj que marca la hora peninsular española, me disponía esta mañana a degustar las ruedas de prensa y conclusiones posteriores al séptimo partido del Celtics-Sixers que cerró la serie y la temporada de forma despiadada para los de Philadelphia. Abriendo Twitter me esperaba alguna desagradable declaración de Doc Rivers, pasotismo en James Harden y un Joel Embiid hecho jirones.
No fue lo que encontré, pues era el MVP quién, al parecer, había puesto a sus compañeros a los pies de los caballos. “Harden y yo no podemos ganar solos”, pronunció. Un titular que deja el cuerpo helado después de un encuentro en el que la pareja fue la nada. Combinados para 24 puntos, 8 asistencias, 8 de 29 tiros de campo y 1 de 9 en triples que regar con 9 pérdidas. Ya está, otra vez el drama servido en Pensilvania. De nuevo un líder que elude responsabilidades cuando toca. Regresa llorón Embiid.
Sorprendido por el titular de un tweet que a la hora de escribir esto han visto 11,6 millones de usuarios, doy play al vídeo que lo acompaña para descubrir que apenas a los tres segundos que recogen una parte de las declaraciones pospartido de Embiid hay un extraño corte que desnuda de contexto las palabras del MVP. Lo cual me lleva a revisar las respuestas al tweet, donde un pequeño scroll descubre a un usuario que se ha esforzado en ver la rueda de prensa al completo y explicar que el corte que elige la CBS es una manipulación de una respuesta mucho más larga.
A Embiid le preguntan por la construcción de plantilla alrededor de la pareja que forma con James Harden. “¿Cuál es el siguiente paso para ti y para James?”. Y, después de casi un minuto explicando que cree en este proyecto a pesar de que él y el resto necesiten mejorar, señala que Harden y él no pueden ganar solos, que es crucial que el equipo se asiente sobre otros pilares y que esa debería ser la prioridad de la front office.
El problema está en que aquellos que se encargan de cribar la información, saben que el pequeño gesto de pulsar un tweet y deslizar la pantalla unos centímetros es un gesto que la gran mayoría de usuarios no van a llevar a cabo. Ni se diga si hablamos de consultar la fuente primaria que está al alcance de toda persona con acceso a Internet. Lo cual me parece mezquino. Ni siquiera entro a valorar a los profesionales de la comunicación que han replicado el vídeo de CBS como papagallos, porque perfectamente me podría pasar a mí.
El consumidor está expuesto a demasiada información que zampar en pequeñas píldoras para tener la engañosa sensación de que está informado y llega a todos los rincones que se propone. Como alguien con acceso a datos en tiempo real de una de las cabeceras más leídas de este país, os puedo asegurar que el tiempo medio que el lector pasa en una noticia y artículo apenas da para leer el titular y un párrafo. De hecho, esta industria en principio fundada como servicio irrenunciable a la población, incentiva hoy los textos cortos que dan pinceladas en lugar de dibujar un panorama que ayude a comprender.
Sinceramente, no creo que esto deba cambiar a la fuerza porque el público, influido o no por las formas de consumo que le imponen, decidió hace tiempo que más es mejor. Y no hay mayor democracia que el número de clics generados a final de mes. Pero eso no excusa para que se escupa de esta manera a la responsabilidad del periodismo y se manipule sin escrúpulos a saber con qué razón. No pretendo ser agorero, pero me da escalofríos que buena parte del análisis de la temporada de los Sixers y las conclusiones que sacar de cara a verano partan de una manipulación tan grosera. Aunque no sería la primera vez que sucediera.
(Fotografía de portada cortesía de CBS)