La NBA es definida en muchas ocasiones como un negocio, uno que nos asombra, divierte y emociona a partes iguales. Sin embargo, no debemos olvidar que tras cada canasta, cada traspaso, cada anillo… hay jugadores cuyos sentimientos viven con cada gota de sudor que dejan en la cancha. Uno de ellos, Isaiah Thomas, ha dejado de ser jugador de Boston Celtics hace dos semanas vía traspaso. Sus fintas, sus tiros y su velocidad se trasladan a Cleveland, pero su corazón, ese que entregó tantas veces en el Garden y latió verde, tardará más tiempo en hacer el viaje. Isaiah Thomas, aún dolido, se despide de Boston con esta carta a The Player’s Tribune:
Esto es para Boston
Es divertido. Acababa de estar de celebración.
Cuando recibí la llamada de Danny estaba saliendo del aeropuerto –mi esposa Kayla y yo regresábamos de celebrar nuestro primer aniversario de bodas. Habíamos ido a Miami un par de días y ahora estábamos de vuelta en Seattle conduciendo dirección a casa.
No vi la llamada, debía estar haciendo algo en el coche. Danny dejó un mensaje.
«IT, llámame cuando puedas».
Suena dramático, pero en realidad era un mensaje normal de Danny. Podría haber sido sobre cualquier tema. Así que le devolví la llamada, aún conduciendo y sin pensar mucho en ello. Él sabía que había estado de viaje y me preguntó sobre ello. Estoy seguro de que le pregunté cómo estaba, tal vez sobre su familia. Ya sabes, una conversación normal.
Y entonces desde cualquier sitio, como… cualquier otra cosa. Esa pequeña pausa en la conversación. Y ahí fue cuando me lo dijo.
«Acabo de traspasarte».
Así de simple. No hay grandes palabras ni un rotundo discurso. Aunque creo que cuando se trata de una mierda como esa, no hay mucho más que decir.
«¿A dónde?» Es todo lo que pude responder.
«A los Cavaliers, por Kyrie».
Y ese es el momento en el que… ¿Alguna vez has estado al teléfono, alguien dice algo… y de repente todo lo que puedes pensar es que ya no quieres seguir al teléfono? Ni siquiera de un modo grosero. Simplemente es como si te quedases sin fuerza de voluntad para continuar. Así fue para mí ese momento.
Danny empezó a hablar de todo lo que hice por la ciudad de Boston y por la organización Celtics, tanto dentro como fuera de la cancha. Sobre lo gran jugador que soy y lo importante que iba a ser en Cleveland. Sabes, él decía esas cosas cosas y yo no quería oír nada de eso en ese momento.
Así que intenté cortarlo varias veces y al final lo hice. Básicamente, ya sabes… Agradezco que llames y que me lo digas, pero en realidad no hay nada más que tengamos que decirnos ahora mismo.
Eso era lo esencial.
Esa fue la llamada.
La familia
Tío… Pasaban tantas cosas por mi cabeza en ese momento. Pero necesitaba parar un momento. Mi primer instinto fue comprender qué significaría para mi familia. Pensé en mis dos hijos, James y Jaiden, y en tener que decirles que era hora de mudarse. Sabía que iba a ser una sorpresa para ellos, primero porque era justo antes de empezar el colegio. Y segundo, por saber que habían llegado a sentir Boston como su hogar. Todos lo sentíamos.
Los chicos se habían quedado en casa de mi madre mientras Kayla y yo estábamos fuera, así que tan pronto como llegamos del aeropuerto, nos acercamos a ellos. Sabía que la noticia saltaría tarde o temprano y quería asegurarme de que se enteraban por mí. Así que les conté que había pasado: Papa ha sido traspasado.
James, el mayor, supongo que realmente es hijo de su padre, porque hizo la misma primera pregunta que yo: «¿A dónde?».
Cleveland. Me cambiaron por Kyrie. Estoy seguro de que sabes que viene después.
«¡LEBRON! ¡LEBRON JAMES! Papá, papá. ¡Vas a jugar con LeBron James!»
Jaiden, sin embargo, es mi yo pequeño, tal vez un poco más sensible –y ama Boston más que nadie–. Así que sabía que la noticia sería potencialmente más dolorosa para él. Solo viendo su reacción, cuando lo oyó, supe que tenía razón. Parecía un poco destrozado.
Dije: «Jaiden, ¿estás feliz o triste?»
«Triste».
«¿Por qué?»
Y dijo: «Porque probablemente en Cleveland no haya pistas de skate».
Él es muy bueno en skate y esas cosas. Así que definitivamente estaba molesto por ello. (Cleveland, si tenéis pistas de skate, háganmelo saber por Twitter).
Pocas horas después todo estaba en las noticias. Todos mis perfiles sociales echaban humo. Debo haber tenido mil mensajes y visto mil reacciones.
Pero la verdad es que esas dos reacciones de mis hijos era todo lo que necesitaba. Todo lo demás, los rumores, los análisis de los expertos por ahí circulando… Mis hijos lo hicieron mejor en un par de minutos cara a cara. Todo lo que suponía ese intercambio, todo lo que sentía mi corazón en esos momentos… Ellos dieron con las dos únicas cosas que importaban.
Uno, como dijo el mayor: «LeBron James». O dicho de otra manera, llego al mejor equipo en el Este e intento ganar un campeonato junto al mejor jugador de baloncesto en el mundo.
Y dos, como dijo el pequeño: «Triste». O dicho de otra manera: tío, voy a echar de menos esta ciudad.
Tío, voy a echar de menos ser un Celtic.
Pero sí, voy a decirlo: esa mierda duele. Duele mucho.
Y no voy a mentir, aún duele.
De negocios y sentimientos
No es que no lo entienda. Por supuesto que lo entiendo. Esto es un negocio. Danny es un hombre de negocios y como tal hizo un movimiento. No estoy de acuerdo, solo a nivel personal, y no creo que los Celtics mejorasen haciendo ese traspaso. Pero ese no es mi trabajo. Es el de Danny. Y es un trabajo duro y hay gran parte de cosas positivas en ello. Pero al final del día, estos tratos se reducen a un sola cosa: los negocios. Así que no hay malos sentimientos con ese final. Soy un hombre maduro y sé lo que había cuando me uní a esta liga y hasta ahora ha habido más bendiciones que maldiciones. No estoy aquí sentado, escribiendo esto, porque sienta que me han hecho daño. No me lo hicieron. Boston tenía derecho a traspasarme.
Además, de muchas maneras, creo que fue una buena lección. No solo para mí, sino para la liga en su conjunto. Y para los aficionados y medios de comunicación, también. Ya sabes, simplemente por cómo hablan de los chicos cuando cambian de equipo. Estuve pensando en ello el año pasado con KD y su agencia libre, sobre cómo la gente le hizo pasar un mal periodo por hacer lo que sentía que era mejor para él y su futuro. Cómo lo convirtieron en un villano solo por hacer lo que tenía derecho a hacer como agente libre de esta liga. De repente fue: «Oh, es una egoísta y un cobarde». De repente, solo por hacer ese mismo negocio y hacer lo mejor para sí mismo, fue retratado como un tipo malo.
Eso es lo que creo que mi traspaso puede mostrar a la gente. Quiero que vean que fui traspasado –sin ninguna advertencia– por la franquicia por la que me lastimé, arañé, sangré y por la que puse todo en la pista. Es por eso que creo que la gente necesita cambiar su perspectiva. Con algunas excepciones, a menos que seamos agentes libres, 99 de cada 100 veces, son los propietarios quienes tienen el poder. Así que cuando ellos mueven a los jugadores aquí o allá y cambian sus vidas sin decirles nada no es gran cosa… Pero la rueda gira a veces y el jugador tiene el control… ¿Entonces es un escándalo? Siendo honesto, eso dice mucho de dónde estamos como liga, e incluso como sociedad. Y dice mucho sobre lo mucho que aún debemos avanzar.
Y como dije, no hay resentimientos. Pero espero que la próxima vez que un jugador salga a la agencia libre, y alguien vaya a escribir una crítica o un tweet desagradable sobre él, tal vez se lo piense dos veces. Aún me duele mucho. Y es que que cuando la gente lo lea entienda que no está dirigido a nadie. No digo que haya sido lastimado por nadie, agredido por alguien o traicionado. Solo digo que soy humano. Puedo actuar como un tipo duro en la cancha. Puedo hacer parecer que tengo hielo en las venas cuando compito. Pero al mismo tiempo la realidad es que no es hielo. Tengo sangre y tengo corazón como todos los demás.
Y así, cuando digo que esto duele, sé que no es por culpa de algo hecho por otra persona. Es solo por algo que hice.
Me enamoré de Boston.
Un vínculo especial
Cuando los Celtics me trajeron al equipo, yo sabía lo que era. Sabía el rol para el que me traían, el mismo que había tenido durante toda mi carrera en la NBA. «Un base anotador que puede crear alguna jugada». «Un arma ofensiva desde el banquillo». «Sexto hombre». Era mi tercera parada en cuatro años y eso no es lo que ocurre con un jugador franquicia o un base de futuro. Eso no es lo que la liga vio en mí y yo lo sabía.
Y cuando se hizo el traspaso creo que los aficionados de Boston también sabían qué estaba ocurriendo. Sabía que yo llegaba como parte de un profundo proceso de reconstrucción y que no era el momento de pensar en playoffs ni en nada. Se suponía que serían años de transición. Ya sabes. Acumulas activos, encuentras talento joven y barato y sí, probablemente pierdas muchos partidos.
O al menos eso es lo que todo el mundo nos decía.
Y creo que es justo por eso por lo que me llevé tan bien con la ciudad de Boston, y por qué conectamos tan bien como lo hicimos. En toda mi vida todo lo que hice fue ganar y jugar muy bien al baloncesto. Pero ahora, de repente, como profesional, la gente me decía que tenía que ser un jugador de banquillo, y que lo mejor que podía esperar era ser el anotador de un equipo en reconstrucción. Y con los Celtics ocurría algo similar. Durante un largo periodo, todo lo que habían hecho era ganar y jugar un gran baloncesto. Pero ahora, sin previo aviso, la gente decía a sus fans que iban a iniciar una reconstrucción y a ser un equipo de la lotería (Draft) durante un tiempo. Es casi como si la ciudad y yo, los Celtics y sus aficionados, compartiésemos ese mismo corazón, esa misma mentalidad. Ambos queríamos ganar –ahora– y ninguno teníamos tiempo para los críticos. Era como decir: «Que se j… la lotería».
Y creo que se ha convertido en algo especial, en esta conexión especial. Todos manejan los números y las estadísticas –todos esos expertos piensan que lo saben todo de esta liga–. Pero nunca me han llegado a entender. Ellos nunca han imaginado la importancia de tener una cultura ganadora –desde los aficionados y pasando por jugadores, entrenadores y la oficina principal. Todos caminan hacia la cima–. Aquí lo tuvimos. Este fue el primer lugar, la primera organización, el primer grupo de aficionados que no echó una ojeada a mi tamaño y me puso en el mismo rol de siempre. Los Boston Celtics me dieron la oportunidad de ser genial y nunca lo olvidaré.
Y por eso, ya sabes… La gente me pregunta mucho por los playoffs del año pasado. Sobre como, incluso después de que mi hermana muriese, aun así salí a jugar el primer partido contra Chicago. Pero lo más loco es que la razón original para jugar fue diferente a la razón por la que terminé jugando. Al principio pensé jugar porque, honestamente, cuando se trata de baloncesto esa es mi mentalidad. Con el baloncesto, supongo que siempre ha sido así, ha sido como que no importaba que estuviese pasando en mi vida… Siempre he sabido que podía ir a una cancha. Todo lo que tengo que hacer es encontrar una y sabré que que voy a estar bien durante el tiempo que esté en ella. El baloncesto siempre ha sido eso ante las altibajos de mi vida. Me protege de todo lo que estoy pasando en la vida.
Y cuando llegué a la cancha esa noche, después de lo ocurrido con Chyna, yo pensaba que solo necesitaba que sucediese. Necesito que esta pista sea mi escudo esta noche, necesito que esta pista me ayude a olvidar. Pero cuando llegué allí… Es una de esas cosas que ni siquiera puedo describir. Aún puedo escuchar los aplausos que recibí. La gente me preparó esos carteles y aún puedo verlos: «Esto es por Chyna». Ese tipo de cosas. Luego todos hicieron un minuto de silencio en honor de Chyna. En ese momento me di cuenta, no necesitaba la pista para protegerme. No necesitaba pararlo y fingir que no estaba afligido. No tenía que estar solo en esto. Toda la pista estaba conmigo. Honestamente, sentí como si toda la ciudad de Boston estuviese conmigo.
Y en ese momento, ya sabes, fue como si algo me golpease, como… Por supuesto que tengo que jugar. En primer lugar voy a hacerlo por Chyna y por mi familia. Pero también lo haré por mi ciudad. Porque lo que me están mostrando en este momento es todo lo que necesitaba esta noche: saber que no estoy solo. Me están demostrando que están pasando por lo mismo que yo en este momento. Me están mostrando que soy uno de ellos y que estamos juntos en esto. Así que vamos a estar juntos en esto.
Y durante dos años y medio, lo estábamos.
Listo para la nueva batalla
Solo decir esto aquí, categóricamente, para terminar y que puedan seguir adelante y publicar bajo cualquier red social o medio que deseen: No vas a querer meterte con los Cavs este año. Este va a ser un gran año para un fan de los Cavs, un gran año. Estoy emocionado.
Desde una perspectiva de baloncesto, unirme a los Cavs es un trato hecho en el cielo. Si has visto algún partido de los Celtics el año pasado, sabrás cuantas veces he tenido que superar dobles, e incluso triples defensas, para conseguir mi tiro. Acabó funcionando bien, los chicos lo hicieron bien y mi tiro estaba entrando. Pero este año… es algo que ni va a ocurrir. ¿De verdad vas a lanzar a tres tipos sobre mí cuando estoy compartiendo una cancha con el mejor jugador de baloncesto del planeta? No, no lo creo.
Y eso es solo por LeBron. Echo un vistazo a la plantilla y solo veo chicos con los que estoy deseando jugar: Kevin Love (de nuevo con mi antiguo compañero de la AAU), Tristan Thompson, J.R. Smith, Iman Shumpert… No es casualidad que hayan ganado el Este tres años consecutivos. Y ahora súmame a la mezcla, y a D. Rose, ¿y a mi chico Jae? Esta lista… Aficionados de los Cavs, vamos a prepararnos para el rock and roll.
Por supuesto, estar en el que equipo que domina el Este ahora… No voy a mentir, me hace sentir una mezcla de emociones. Porque esa fue nuestra meta en Boston durante mucho tiempo –superar a los Cavs y ganar el Este–. Y sé que esa es la meta de Boston. Pero ahora siendo que soy yo quien debe impedir que lleguen a ella. Y eso es difícil. Porque llegan los playoffs, y si tenemos que enfrentarnos a los Celtics… No sé, es difícil de explicar. No será solo «el equipo en el que solía estar». Es mi antiguo equipo. Es un ataque de élite, son los 30 partidos televisados a nivel nacional, el convertirlo en un sitio al que los agentes libres quieren ir y jugar –siento que ayudé a construir eso–. Ayudé a crear eso.
Y vienen los playoffs y de repente será como: bien, ahora a destruirlo.
Es triste, tío. Es simplemente triste.
Pero no vine a Cleveland para perder.
Dejando su sello
Como dije, cuando las noticias del traspaso saltaron, recibí muchos mensajes. Tenían mi teléfono, mi Instagram, Twitter, el buzón de voz, simplemente estallando. Pero había un mensaje en particular, uno de todos, que realmente me llegó. Fue de Tom Brady.
«¿Qué pasa, IT, he oído las noticias. ¿Estás bien?»
«Estoy bien. Quiero decir, es una locura. Es un juego frío.»
«Sí, lo es. Te deseo la mejor de las suertes. Lo vas a hacer genial. Mantente en contacto.»
No era sobre lo que dijo, era más sobre lo que significaba. Creo que estaba conmigo. Recibir un mensaje personal como ese de alguien como Tom, que es una leyenda deportiva en Boston… Quiero decir, fue un momento agridulce.
Al principio, honestamente, me molestó un poco. Veo una carrera como la de Tom con los Patriots, y eso es exactamente lo que yo esperaba construir aquí con los Celtics: siendo una elección baja del Draft… Llegando sin ser aclamado… Y luego, trabajando duro y con determinación, y con con algo de talento que había pasado por alto, empezar a ganar, ganar y ganar. Para después establecer ese legado ganador, seguir en Boston y ganar títulos y competir como en el infierno el resto de mi carrera, hasta ser considerado uno de los grandes de Boston. Esa es la carrera que había empezado a diseñar. Quería ser la versión Celtics de Brady y Ortiz. Quería que esta era de baloncesto de los Celtics pasase a la historia y yo con ella. Así que cuando recibí el mensaje de Tom, hubo una parte de mí que se fue más abajo.
Pero luego pensé un poco más en el mensaje y cambié algo mi perspectiva. Me di cuenta de que era el jo…. Tom Brady. Estuve aquí solo dos años y medio. Tom no envía un mensaje a esos chicos que pasan dos años y medio salvo que ellos hiciesen algo muy especial. Así que, no sé, quizás sea algo de lo que estar orgulloso. Y mi tiempo aquí, aún sin ser lo que había soñado que sería, sigue significando algo para algunas personas.
Supongo que ahí es donde se encuentra mi cabeza ahora. Aún me duele y sigo triste por mi marcha. Y estoy seguro que echaré de menos durante un tiempo a mi familia Celtic. Pero ahora estoy yendo a Cleveland y haré lo que hago. Voy a jugar dejándolo todo. Puede que no sea la carrera que soñé tener el año pasado, o incluso el mes pasado, pero cuando piensas en ello, esa fue mi carrera desde el principio. Nunca ha sido un sueño hecho realidad, y nunca ha sido lo que esperaba. Solo he sido yo.
Y tal vez esa sea la respuesta a todo esto, ¿sabes lo que digo? No seré nunca Tom Brady. Y nunca seré David Ortiz. Nunca seré Bill Russell, o Paul Pierce, o Kevin Garnett o Larry Bird. Pero tendría con este traspaso o sin él algo que aún me gusta imaginar.
Me gusta imaginar que en algún momento a no mucho tardar a partir de ahora, en algún lugar de Boston, alguien va a ser padre y hablará de baloncesto a su hijo. Y el niño va a preguntarle, tan puro como hacen los niños: «¿Por qué te convertiste en aficionado de los Celtics?».
Y esos padres van a indagar en sí mismos a y pensar realmente en ello. Luego sonreirán y dirán la verdad.
«Vi a jugar a Isaiah Thomas».
Eso me haría muy feliz. Para mí, creo, eso sería suficiente.