Cuando te has dedicado casi dos décadas a jugar en la NBA, que tu final profesional coincida con un gran logro individual o colectivo es harto complicado. El mundo del deporte está salpicado de algunas historias de película, de esas que hablan del último tiro hecho por la estrella de turno antes de su adiós, un lanzamiento que es canasta y que da un título. O el relato del héroe de toda la vida de una franquicia que gana el anillo en el día de su retirada. O el veterano que se une al amigo de siempre para, en el invierno de su carrera profesional, abrazar el trofeo de campeón.
Paul Pierce no es Michael Jordan, no es David Robinson, no es Clyde Drexler. No es tampoco Kobe Bryant, que si bien no colgó las botas rodeado de gloria, sí lo hizo con un partido memorable ante los Jazz. Paul Pierce, uno de los mejores jugadores de este siglo en la NBA, no va encaminado a tener un final rodeado de la gloria que merece. A falta de un puñado de partidos para que termine la Liga Regular, Los Angeles Clippers se preparan para los playoffs, donde el alero californiano dirá adiós definitivamente a una carrera estupenda, que marca su punto álgido en 2008, en las Finales ganadas por Boston y con Pierce de MVP de las mismas.
A principios del otoño pasado, el exjugador de Kansas anunciaba que la 2016/17 iba a ser su última temporada. A sus casi 39 años y dispuesto a enfilar su 19ª campaña en activo, Pierce decidía poner fecha a su retirada. Empezaba así una cuenta atrás para despedir a otra icono contemporáneo de la NBA, que en pocos meses había perdido al propio Bryant, a Kevin Garnett o a Tim Duncan. Pierce se unía, en diferido, a esa lista, de la que formará ya parte en pocas semanas. El cuándo dependerá de lo que duren los Clippers en los playoffs, el último baile para The Truth.
Intrascendente…de momento
Paul Pierce debutó en el presente curso a mediados de noviembre, casi un mes de después de que arrancara la competición. Desde ese día y hasta finales de marzo, apenas ha jugado una decena larga de partidos. El duelo donde más estuvo en pista, casi media hora ante los Nets. Aquello fue el 29 de noviembre. No ha vuelto a disputar más de 18 minutos, dentro de un serial de encuentros y titularidades bastante irregular. Doc Rivers, con el que tocó el sabor de la victoria total en 2008, ha reducido la presencia de su otrora MVP a la casi nada. Ya en la campaña 2015/16 dio un aviso de que la leyenda de los Celtics empezaba a aproximarse a su fin. Ahora, simplemente se ha constatado ese hecho.
¿Doc Rivers tiene un plan?
Es posible que su entrenador busque dosificar a Pierce para que sea una pieza importante en los playoffs. Y los datos pueden avalar a quien quiera sostener esa teoría. En el duelo del jueves 16 de marzo, ante los Nuggets, el de Oakland entraba en la rotación por fin. No lo hacía desde su homenaje en Boston, a principios de febrero. Antes, no jugaba desde el 31 de diciembre.
Aunque el partido contra los Nuggets (donde alcanzó su rebote 7.500) parecía un caso excepcional, Pierce repitió en la paliza ante los Cavaliers, en el triunfo ante los Knicks, en otra paliza, esta vez ante los Lakers, en la derrota contra los Mavericks y en la victoria frente a los Jazz. Por primera vez en toda la 2016/17, Pierce figuraba en más de cuatro noches seguidas.
Lo más clarificador de todo esto, de cara a la posibilidad de que Rivers esté poniendo a punto a Pierce para la post temporada, es que en noches como la de los Knicks o la de Utah, The Truth entró en dinámica en el segundo y en el tercer cuarto, cuando ni mucho menos todo estaba decidido. Minutos interesantes y mayor presencia en la rotación conducen a creer que Rivers está trabajando con Pierce para que llegue rodado a mediados de abril.
Como quiera que sea, este último curso de profesional se ha convertido en una despedida extraña para Pierce, aplaudido en pabellones de los que no ha podido despedirse desde el parqué, maltratado con feas palabras de Draymond Green o reducido a la intrascendencia por su entrenador. Sólo el homenaje en Boston ha significado una despedida de verdad, por el momento.
Mientras se apura la Regular Season, Pierce continúa sus rutinas de trabajo previo a los partidos. Calienta y se faja con novatos como Brice Johnson, al que una hernia de disco ha dejado fuera del equipo varios meses. Desde horas antes del salto inicial, forme luego parte de la partida o no, Pierce ya suda, se viste de corto y completa el entrenamiento con 5 millas de bicicleta estática. Últimamente, hasta juega. De fondo hay un logro, el de convertirse en el 15º máximo anotador de siempre en la NBA, algo que no parece preocuparle demasiado, a tenor de su 0 tiros de campo intentados contra los Lakers y los Mavericks. Con los 4 créditos firmados anoche ante Utah (26.382), está a sólo 14 de superar a John Havlicek (26.395)
El segundo jugador en activo con más minutos jugados en una carrera deportiva se va a despedir con otros puestos de honor, como son el de estar entre los veinte primeros de la historia en robos y en encuentros disputados, entre los setenta en asistencias o entre los ochenta mejores en rebotes.
El propio Rivers abogaba en agosto por una retirada como Celtic, con Pierce firmando por un día con los de Boston y que así figurase la legendaria franquicia como el último equipo en el que estuvo.
Pero lo cierto, más allá de gestos puntuales y de cara a la galería, es que ahora estamos ante un Pierce menor, con menos fuerza todavía del que se vio en los Wizards. Nunca sobran las temporadas si las protagonizan mitos de la NBA y sin embargo, a muchos les hubiera gustado que el último trayecto de Pierce fuera algo menos raro. Veremos si los playoffs nos dejan un último gran retazo de The Truth, una última acción con la que revivamos por unos segundos la grandeza de uno de los jefes de todo esto.