El fichaje que puede cambiar el futuro de la NBA a todos los niveles —económicos, deportivos y sociales— se ha estado cocinando mucho tiempo. Se podría decir que años incluso.
Kevin Durant ha elegido unirse a Golden State Warriors al acordar un contrato por dos años y 54,3 millones de dólares, una decisión que se ha conocido esta semana y ha puesto patas arriba la competición. Durant ha explicado de su puño y letra en The Players Tribune que ha optado por «salir de su zona de confort» y lo ha hecho sin duda motivado por lo que ha visto desde hace años en los jugadores con los que compartirá vestuario a partir de octubre.
En el verano de 2010 la selección de Estados Unidos preparaba el Mundial que se disputaría en Turquía y entre los 12 elegidos para representar al país norteamericano se encontraban tres nombres conocidos: Stephen Curry, Andre Iguodala y Kevin Durant. Por aquel entonces ninguno de ellos compartía equipo en la NBA, pero los tres gustaban de pasar tiempo juntos. Los ratos que compartieron en las capillas fueron un episodio que el propio Iguodala recordó con vehemencia este pasado fin de semana en la reunión que sirvió para sellar el pase definitivo de Durant a Oakland.
Esa camaradería fue la que transmitió Draymond Green a Durant de forma permanente este año. «Vente con nosotros», debían decir los mensajes de texto que el ala-pívot enviaba a Durant frecuentemente este año. «Simplemente le decía lo bien que nos lo pasamos en este equipo y que sería recibido con los brazos abiertos», confesó Green en una entrevista a Sports Illustrated.
Green ‘vendía’ el compañerismo y la ausencia de egos como factores que debían hacer decantarse a Durant por fichar por los Warriors. «No hay un ‘yo’ en nuestro equipo. Se trata todo de ‘nosotros’ y de ganar campeonatos», explicaba Green. «Él se adapta al molde perfectamente porque él es así. No tiene que cambiar su juego o su personalidad para unirse a nosotros. Solo tiene que ser Kevin».
Fue ahí cuando Durant comenzó a estar realmente intrigado. Siendo uno de los mejores jugadores de la liga no es fácil llegar a otro conjunto plagado de ellos —Curry, Green y Klay Thompson han sido elegidos para los equipos All-NBA este año—, pero los Warriors le ofrecían un panorama idílico en cuanto a ambiente y resultados deportivos.
La gestión de la franquicia, extremadamente profesional, también estaba fuera de toda duda. Curry, Green y Thompson habían llegado vía Draft —también Harrison Barnes, una víctima colateral de la llegada de KD— y la apuesta por Steve Kerr como entrenador se había tornado como un éxito colosal. 67 victorias y anillo el primer año; 73 triunfos y subcampeonato en el segundo.
Además Durant sabía que dirigentes y jugadores de Golden State realmente querían que llegase al equipo por cómo habían venido planificando la plantilla, optimizando los recursos e incluso cobrando menos para ello. Las renovaciones de Klay Thompson y Draymond Green habían llegado años atrás por cantidades ligeramente inferiores al máximo permitido, ya que entre ambos habían liberado algo más de 3 millones de dólares de espacio salarial, una cifra que se convirtió en oro puro a la hora de diseñar el deseado fichaje.
Los Warriors habían llegado a la cita de julio listos para poder contratarle. ¿Como no unirse a ese proyecto? Bob Myers, General Manager de los Warriors, se lo dijo bien claro en la reunión del viernes 1 de julio en Los Hamptons: «Sin ti, podemos ganar un título o dos. Sin nosotros, puedes ganar también. ¿Juntos? Ganaremos unos cuantos». La misma cantinela que Green y el resto le habían comentado durante todo el año, la recordó Myers. Una dinastía estaba en ciernes.
Durant sabía que era verdad. Todo. Compañerismo, buen ambiente, triunfos, un entrenador respetado y un grupo de jugadores que le querían a su lado y le habían hecho sentirse necesario. La decisión estaba cada vez más clara para Durant y el remate llegó cuando Jerry West, el logo de la NBA, le llamó por teléfono el día 2. West, uno de los mejores jugadores de la historia de la liga, había perdido sus 7 primeras Finales como jugador de Los Angeles Lakers. Con un balance de 1-8 tras 9 Finales disputadas, West le dijo a Durant que esas derrotas aún le seguían doliendo pese a tener 78 años. Después de 9 años en Oklahoma City y una sola final, el alero lo vio claro y ni Celtics ni Thunder el día 3 pudieron hacerle cambiar de opinión.
«Uno de los fichajes más importantes de la historia de la NBA porque creo que es uno de los mejores jugadores de la historia de la NBA». Así ha definido Green la llegada de Durant a Golden State tras pasarse 20 minutos sin parar de moverse en su habitación de hotel tras enterarse del movimiento.
Ahora toca esperar a que la campaña 2016-17 de comienzo para ver si este equipo de ensueño cumple con las expectativas, que no son pocas.